Todos reconocemos que el agua es imprescindible para la vida humana. Sin agua, no hay vida. Su accesibilidad y asequibilidad, en términos de calidad y cantidad, está reconocido por Naciones Unidas como un derecho humano. El valor del agua se ha puesto aún más de manifiesto durante la crisis sanitaria que hemos padecido y que poco a poco comienza a remitir. ¿Se imaginan una crisis como la del COVID-19 sin servicio de agua en las casas?
Curiosamente, y pese a la extrema dependencia que tenemos respecto del agua, existe un enorme desconocimiento respecto de su gestión y de los procesos necesarios para disponer de ella con garantías. Quienes nos dedicamos a la gestión del ciclo integral del agua sabemos que, aunque pueda parecer cosa “de magia”, abrir el grifo y disponer de agua potable las 24 horas los 365 días del año es fruto de un gran esfuerzo humano, técnico y económico. El que en muchas partes del mundo las personas no dispongan de un servicio es, además de una enorme desgracia, buena prueba de la necesidad de situar la gestión del agua como una de las prioridades de los gobiernos de todo el Planeta.
Pero mientras eso sucede no podemos permitirnos el lujo de esperar sentados. Todos, cada uno en la medida de sus posibilidades, debemos colaborar para extender y universalizar un servicio de agua con las prestaciones necesarias como para convertirse en palanca del progreso social y económico, tal y como sugieren los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. El reto es de tal envergadura que únicamente podremos superarlo con la cooperación entre todos los actores involucrados. Este sector conoce bien los grandes logros que la colaboración público-privada puede proporcionar. En ese sentido, en Aqualia nos sentimos muy comprometidos con el ODS 17, que subraya cómo las alianzas entre gobiernos, empresas privadas, el tercer sector y los ciudadanos en general resultan fundamentales para conseguir un desarrollo sostenible real, en sus tres dimensiones (económica, social y ambiental).
En Aqualia colaboramos para mejorar el bienestar de los refugiados con el mejor aliado: una organización especializada que orientara nuestros pasos de forma clara y segura. Así fue cómo se fraguó nuestra alianza con el Comité Español de ACNUR. Uno de los datos que más nos sigue impactando en cuando nos cuentan que cada refugiado dedica una media de seis horas al día para abastecerse de agua. Y que se trata de un proceso que realizan fundamentalmente mujeres y niños, poniendo en riesgo su integridad física, e impidiendo, además, que los niños puedan ir a la escuela y las mujeres puedan formarse o trabajar.
La última acción que en Aqualia hemos desplegado junto con ACNUR ha sido una campaña navideña SedSolidarios. El reto que nos proponíamos era sumar kilómetros para reducir el tiempo que dedican 1.200 refugiados a recoger agua potable. El resultado fue un éxito, ya que sumamos cerca de 16.000 kilómetros recorridos. Como consecuencia de esta acción, Aqualia y ACNUR están trabajando para materializar el objetivo de la campaña: instalar un sistema de bombeo solar en el campo ugandés de refugiados de Sudán del Sur, proporcionándoles un punto más cercano para extraer agua de calidad.
La gran ventaja de estas alianzas, que se trasladan a proyectos sobre el terreno ligados a la gestión del agua, es que no sólo mejoran (y mucho) la calidad de vida de los beneficiarios, sino que la iniciativa les genera esperanza e ilusión por un futuro mejor para sus sociedades. Es la magia del agua.
ODS10. Lo del agua no es magia
Juan Pablo Merino, Director de comunicación y RSC de Aqualia
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