El proceso de transformación de las empresas hacia nuevos modelos de negocio más sostenibles, que ya comenzó hace un tiempo, se antoja aún largo y competitivo en un panorama actual de máxima conciencia social y medioambiental.
Hasta hace algunos años, sostenibilidad y desarrollo económico eran dos conceptos disociados, y la creencia generalizada era que nunca podrían ir de la mano al ser dos polos opuestos.
Hoy día, ese enfoque empresarial no solo ha cambiado, sino que ha evolucionado hasta convertir este tipo de acciones en beneficio de la comunidad en el centro de la estrategia de toda compañía que pretenda ser una empresa sostenible.
Desde 2015, año en que la ONU publicó los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, las organizaciones, tanto públicas como privadas, han adoptado en su agenda todo tipo de medidas que les permitan contribuir a alcanzar estas metas.
En este contexto, la premisa de que las empresas no pueden, ni deben, conformarse solo con vender productos o prestar servicios de calidad, sino que han de devolver a la sociedad parte del beneficio que han obtenido, está ya más que consolidada.
Sin embargo, tal y como defienden los expertos en innovación de modelos de negocio de Igeneris, los programas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) se quedan cortos en este cometido. Sin olvidar la cuenta de resultados económicos, las empresas, tanto las ya consolidadas como las emergentes, han de llevar la sostenibilidad en su ADN como propuesta de valor propia.
En opinión de Miguel Urrecha, director de Igeneris, “es el modelo de negocio principal el que tiene que asegurar la sostenibilidad, no solo las acciones paralelas de RSC. Esto implica que, en muchos casos, el modelo de negocio tradicional tiene que transformarse para asegurar la sostenibilidad no solo económica, sino también social y medioambiental”.
Más allá de la transformación digital, el reto de los nuevos modelos de negocio está en la sostenibilidad, en encontrar y adoptar enfoques empresariales sostenibles que se adhieran completamente a la política y filosofía propias de la compañía.
Este objetivo trae consigo, además, beneficios extra para la empresa: ayuda a crear un vínculo mayor tanto con clientes como con empleados, ya que ambos reconocen la labor de la empresa en la lucha contra el cambio climático, la reducción de desigualdades y la mejor calidad de vida de todas las personas.
En la actualidad, hay ya ejemplos bastante significativos de empresas que dedican el 100% de sus dividendos a un fin social y que, al margen de vender productos o servicios, aportan un claro beneficio a la sociedad, ya sea por los procesos usados en su cadena de producción, por los materiales utilizados en su packaging o por los proyectos que llevan a cabo en lugares del mundo amenazados, por ejemplo, por la falta de agua.
En la sostenibilidad está precisamente la próxima ola de innovación. Es el futuro de los nuevos modelos de negocio y los que sean conscientes de la necesidad de medir la cuenta de resultados en ganancias, personas y planeta, serán los que se posicionen en los primeros puestos de salida.