Hoy en día, es innegable que existe una preocupación creciente en empresas, organizaciones e instituciones por cumplir con los más altos estándares de calidad e ir más allá del mero cumplimiento normativo. Las organizaciones son más conscientes que nunca de su responsabilidad y buscan la autoexigencia en diversos ámbitos a través de sus distintos procesos, equipos y departamentos.
Convertirse en una empresa responsable implica una profunda revisión que empieza en el interior de las compañías y va avanzando hacia el exterior (y no a la inversa). Es por eso, por lo que vemos como, tanto en el sector inmobiliario como en otros sectores, las compañías están apostando por implementar mecanismos que garanticen las buenas prácticas llevadas a cabo en el seno de la organización.
Las auditorías, internas y externas, y el reporting corporativo son ya una realidad y las compañías dan un paso adelante a favor de la transparencia en sus procesos, tanto hacia la propia organización, como hacia la sociedad en general, todo ello avalado por el ojo de auditores externos.
Por ejemplo, en Habitat Inmobiliaria, conscientes de la necesidad de contar con garantías externas que realmente puedan verificar nuestro buen hacer y corroborar que nuestros procesos y metodologías son los adecuados, hemos obtenido en el primer semestre del año, cinco certificaciones de AENOR, la entidad líder en certificaciones de España. Así, desde AENOR han validado nuestra excelencia en cuestiones tan dispares como el sistema de Compliance, nuestra apuesta por la seguridad de la información, la calidad de los procesos de la compañía, la conciencia medioambiental y el compromiso con la salud y la seguridad en el trabajo.
Y es que las empresas debemos ser conscientes de lo que implica y provoca nuestra actividad para así tomar las medidas necesarias que redunden en un mayor bienestar social. En nuestro caso concreto, la Misión, Visión y Valores, la Política integrada de Calidad, Medioambiente y RSC y nuestro Código Ético son los pilares en los que nos apoyamos para tratar de dirigir el timón en esta dirección.
Para seguir esas hojas de ruta, la profesionalización y la exigencia deben ser una tónica en las empresas. Muchas, nos encontramos en un ciclo continuo de valoración de nuestros puntos fuertes para apuntalarlos y nuestras flaquezas para mejorarlas, sin esperar a que exista un imperativo para ello, más allá de la autoexigencia por lograr superarnos y mejorar.
Al final, lo importante es que el conjunto del tejido empresarial español y todos los actores que lo forman se pongan objetivos ambiciosos alineados con demandadas de la sociedad, no se conformen con el mero cumplimiento de la legislación, sino que la superen, adelantándose, comprometiéndose y dando respuesta a las necesidades de las empresas y de la sociedad del mañana, abanderando la innovación y el cambio.
Este esfuerzo conjunto de las organizaciones, los trabajadores, los clientes y, en definitiva, todos los grupos de interés implicados convierte la responsabilidad en una cuestión compartida, y una base sobre la que construir los pilares de las compañías del presente y del futuro.