Los tiempos son importantes en el relato. Escribo en un momento en el que consideramos casi resuelta la crisis sanitaria, pero la realidad nos desmiente. En este caso, la vacuna -o más concretamente los tiempos de vacunación- no corre a la par de la solución definitiva de la pandemia de COVID-19. Algo parecido sucede con la tan ansiada recuperación. Cuanto más cerca parece estar, más tenemos que nadar. Vislumbramos una orilla de “vuelta a la normalidad” que no es más que un espejismo.
La “nueva normalidad”, al menos en la UE, estará mucho más comprometida con la sostenibilidad que la situación que teníamos antes del COVID-19. En general, a diferencia de lo sucedido en la anterior crisis económica, en la salida de esta las organizaciones no vamos a sacrificar la responsabilidad corporativa. Los objetivos de desarrollo sostenible, más popularmente conocidos como ODS, van a ser decisivos en la evolución de las hojas de ruta de las empresas europeas. Y lo harán de forma equilibrada, avanzando en todos y cada uno de los 17 campos que se han definido en la Agenda 2030.
En todo caso, en el prolegómeno de un 8-M que cada vez resulta más ruidoso, considero oportuno resaltar que la salida de la crisis no concederá solo más protagonismo a la sostenibilidad, sino que ocurrirá algo parecido con el rol que le corresponde a la mujer en la sociedad.
Evidentemente nos ha tocado vivir un cambio de paradigma económico y social, la gestión de recursos y la distribución de sus alcances van a imperar en la agenda política de la próxima década. No se trata solo de asumir la preeminencia económica de Oriente sobre Occidente sino de redefinir un modo de vida planetario que garantice el futuro de las generaciones venideras.
En este escenario, el papel de la mujer es clave y lo va a ser más en cada año que pase. Sostengo esta afirmación en el creciente porcentaje de graduadas que se registra en todo el mundo y, sobre todo, en el creciente poder que asume la mujer en los consejos de administración hasta ahora reservados para hombres.
En mi opinión, la igualdad no se impone con cuotas sino con talento. Por supuesto que hay que desarrollar un suelo normativo ajustado a las demandas de la sociedad actual, por supuesto que hay que seguir trabajando en políticas de género que no solo luchen contra la violencia, sino que la prevengan como la discriminación o los abusos de género.
Asumiendo parte de esa agenda en marcha, lo que pongo sobre la mesa es la certeza de que pertenecemos a una generación que ha luchado mucho por alcanzar nuestros objetivos personales y profesionales. Como mujeres. Como personas.
La dualidad con la que se está retratando al feminismo en la actualidad está operando un efecto sombra sobre la lucha común por hacer del mundo un lugar más justo, más equilibrado, y más sostenible. Tal vez la oscuridad del confinamiento, el gris de la desescalada y el recuerdo presente de tanto dolor hace que mi discurso en esta edición del 8-M se haga más optimista. Pero sí, estoy convencida de que la “nueva realidad” tendrá más sensibilidad y más sentido y que con estos atributos acometeremos los 17 ODS con más garantía de éxito.