El 13 de marzo, la jornada anterior al Decreto del Estado de Alarma, recuerdo que estaba a punto de partir hacia Andorra para realizar una producción de Cervezas San Miguel. Teníamos el coche listo, con todo el equipo y las maletas cargadas. El teléfono vibró. Era Luis, uno de mis socios; había hablado con el cliente y me confirmaba que abortábamos la producción. A partir de ese momento, las siguientes dos semanas fueron una avalancha de malas noticias en todos los sentidos. Me sentí como Kilian Jornet escalando el Everest con piolets y colgando de una pared vertical. De repente, una tormenta de nieve y viento tomó el control, la visibilidad era nula y habíamos perdido el sentido de la orientación. No sabíamos donde estábamos. El frío era insoportable y nos sentíamos absolutamente vulnerables: nunca hay que subestimar la fuerza de la naturaleza. Allí fue donde tomamos conciencia de que habíamos perdido el control de la situación. Todo se precipitaba, los festivales y congresos quedaban cancelados, las estaciones de esquí cerradas y todos los rodajes prorrogados. Y, por si no teníamos suficiente, nos obligaban a quedarnos encerrados en casa hasta nueva orden.
¿Cuándo pasará la tormenta? ¿Cómo saldremos de esta? ¿Saldremos?
Por arte de magia, entramos en un nuevo paradigma aprendiendo un glosario de palabras desconocidas, algunas de ellas con connotaciones muy negativas como: curva de contagio, ERTE, confinamiento, paciente cero, infodemia, desescalada… pero, al mismo tiempo, descubriendo otros vocablos maravillosos que nos están ayudando a llevarlo mejor: resiliencia, relativizar, actitud positiva y una de la que yo soy especialmente fan: TELETRABAJO. En un tiempo récord, me doy cuenta de que desde casa puedo recuperar el control y de que, aunque la tormenta del coronavirus continúa, puedo reunirme con mis compañeros a través de la pantalla, pensar en campañas y presentarlas a clientes, locutar anuncios a distancia, realizar una llamada a 6 con un cliente de New York para hacer una campaña solidaria y todo, desde la distancia, con tan solo un ordenador y un software para hacer videoconferencias. Está claro que el teletrabajo ha llegado para quedarse y tendrá un impacto positivo en la movilidad, contribuyendo a ver los cielos visiblemente más limpios en muchas áreas del mundo.
Parece que la tormenta está pasando…
¿Por qué pienso que todo saldrá bien?
De todos modos, es evidente que esta crisis va a ser devastadora y que lo peor todavía está por llegar. Sin embargo, necesitamos mantener una actitud positiva para intentar darle la vuelta y buscar nuevas oportunidades. Y justamente quería hablaros de esto, ya que uno de los congresos cancelados el pasado mes de marzo, finalmente se ha podido celebrar.
Después de reinventarlo y adaptarlo a la nueva situación, lo hemos bautizado como MeetUp. Era la primera vez que organizábamos un evento online ¡para más de 300 personas! Os voy a contar cómo transcurrió la jornada, como si estuvierais a mi lado, pero antes, expondré las tres ventajas que un evento online como este, puede aportar a una empresa:
- En estos momentos en los que la distancia social está presente en nuestras vidas, gracias a las nuevas tecnologías podemos olvidarnos de esa obligada distancia y sentirnos más cerca. Un evento online fortalece las relaciones ya sea entre compañeros de un mismo equipo como con nuestros clientes. Además, es evidente que aumenta el alcance geográfico y número de participantes.
- Una cita así es una gran oportunidad para comunicar y ser un driver de nuevas ideas y tendencias del sector. Todo ello aporta valor a tus contactos y ayuda a posicionarte como líder. Con las aplicaciones adecuadas, la audiencia también puede interactuar y generar más engagement. Incluso existe la posibilidad de abrir encuestas o pedir a la gente que use una ventana de chat para escribir sus respuestas con el objetivo de recabar más información y analizarla posteriormente.
- Y una cuestión, no menos importante, es el ahorro de costes, tanto para el organizador como para los participantes. Nos referimos a un ahorro en términos de transporte, estancia y logística y que incide de manera positiva en la sostenibilidad.
Definitivamente, los eventos virtuales unen a las personas. Pero ahora, volvamos a nuestro MeetUp. A primera hora, me desplacé a las oficinas de Bakery para estar con Gaby al mando de la producción. Así, si algo fallaba, podríamos reaccionar enseguida. La guinda es que contábamos con la participación de Victor Küppers, que, para quien no lo conozca, es un motivador nato y acérrimo defensor de la psicología positiva. A todas estas, Víctor, con el que habíamos hecho un ensayo dos días antes, tiene problemas y no puede conectarse. El MeetUp empieza, tengo a Victor al teléfono y me dice “Carlos, hace 20 minutos que no puedo entrar, pero tranquilo, todo saldrá bien”. Los minutos van pasando, Gaby le manda la invitación por enésima vez por email y tengo a Juan Bermúdez, CEO de ETL Global, mirándome por la pantallita. Mi corazón va a mil pero mantengo la serenidad y le sonrío. Cuando solo faltan 5 minutos para que entre en directo, vemos a Víctor en pantalla. Bufff.. ¡lo hemos conseguido!
Küppers da una conferencia de casi una hora, habla de la importancia de la actitud, el positivismo, del no tener miedo, de mantener la serenidad, el compañerismo, la resiliencia, la creatividad, la inteligencia emocional y remarca que nunca podemos perder el ánimo y dejar de ser solidarios en las situaciones más adversas, ya que si aprendemos de ellas, sacaremos lo mejor que tenemos dentro. Junto a Mónica Grandes, directora de comunicación de ETL GLOBAL, preparamos un video que proyectamos justo después de su ponencia, donde algunos de los profesionales de la compañía que se habían autograbado, compartían, de una manera muy emotiva, uno de esos valores que han aprendido durante la tormenta. El confinamiento y la Covid-19 ha sacado lo mejor de ellos: El Valor de estar Juntos. Esta experiencia me ha transformado en un follower más de la Psicología Positiva y ya me he comprado el libro “El hombre en busca de sentido”. Justo antes de despedirse, Küppers comparte una anécdota de la conquista del polo sur. No me lo puedo creer… ¡entramos de nuevo en una tormenta de hielo! Con todo lujo de detalles, nos explica la última gran aventura del ser humano, la gesta de dos expediciones que competían para ser los primeros en llegar caminando hasta mismo corazón del continente antártico, en la lucha del hombre contra la naturaleza. ¿Os suena de algo?