En un mundo VUCA, moderno acrónimo de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (volatility, uncertainty, complexity, ambiguity, en inglés), los parámetros tradicionales para medir el éxito han quedado obsoletos. Estamos obligados a replantearnos los retos y las metas colectivos.
Las empresas con liderazgo femenino tienen un objetivo de crecimiento tres veces superior al de las empresas gestionadas por hombres (“Is the x chromosome the x factor for business leadership?” Centro de Estudios EY: Diversity Growth Barometer, 2018). Las empresas cuyo primer ejecutivo es una mujer buscan márgenes de crecimiento más ambiciosos que las que están gestionadas por hombres. Y eso que las mujeres que alcanzan la dirección de una empresa entienden que la financiación es imprescindible para la sostenibilidad del negocio y a pesar de ello encuentran más obstáculos que los hombres para acceder a financiación. El 17 % de las mujeres así lo piensan frente al 11 % de los hombres.
La desigualdad de género en cargos de responsabilidad se está reduciendo, sin embargo, existen todavía brechas. Y eso que la entrada de las mujeres en puestos directivos viene acompañada de crecimientos de la cuota de mercado y de los beneficios del negocio, al apostar por planes de crecimiento más ambiciosos y a más largo plazo.
El 66 % de las multinacionales cuentan con mujeres en su Consejo de Administración y en cargos directivos. Las empresas lideradas por mujeres se aplican el cuento y contratan un 41 % de profesionales mujeres en sus equipos. Si es el hombre el que dirige, este porcentaje se reduce al 22 %. Paradigma de la diversidad es la empresa familiar: el 32 % de ellas son dirigidas por mujeres y ese porcentaje crece generación tras generación. No hay más que comprobar la pujanza de una organización como ARAME (Asociación de Empresarias de Aragón) dirigida brillantemente por María Jesús Lorente.
Las directivas buscan el liderazgo de su organización mediante la innovación y la correlación entre experiencia de los consumidores y generación de demanda. Su principal reto es la digitalización mientras que las compañías dirigidas por hombres se focalizan en el cambio demográfico. Por lo que respecta a los recursos humanos, las directivas buscan profesionales con habilidades y conocimientos técnicos concretos, con una cultura y valores que encajen con la compañía y aptitudes de liderazgo. Los directivos se esfuerzan por atraer profesionales con capacidad de trabajar en equipo desde la perspectiva de género, en una suerte de reconocimiento de su tradicional miopía.