A raíz del reciente informe del IPCC, creemos que las principales empresas energéticas que cotizan en el Reino Unido están en una buena posición para inclinarse hacia las fuentes de energía renovable limpias.
Los efectos devastadores del calentamiento global descontrolado se han hecho patentes en el histórico informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado recientemente. El secretario general de la ONU, António Guterres, describió las conclusiones del informe como “un código rojo para la humanidad”.
Las principales empresas energéticas del mundo ya estaban en primera línea de la batalla contra el cambio climático, pero tras el informe el escrutinio público de la industria sólo puede intensificarse.
Ahora más que nunca, el sector se ve presionado para realizar grandes cambios en la transición hacia fuentes de energía renovables y limpias. Las actividades principales de la industria, que son la exploración, adquisición y desarrollo de combustibles fósiles, están en el punto de mira y las empresas deben actuar.
Afortunadamente para los inversores de las empresas BP y Royal Dutch Shell, que cotizan en el Reino Unido, sus equipos de gestión están asumiendo el reto. Se están adaptando en lugar de negar la situación.
Tuvimos una prueba más del cambio de actitud cuando el consejero delegado de Shell anunció a través de LinkedIn en junio una aceleración de la estrategia de transición de la empresa. Este compromiso se produjo después de una sentencia judicial holandesa que decía que Shell debía acelerar sus objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.
Controlar los planes de transición
En lo que respecta a la sentencia del tribunal holandés, no creemos que sea posible resolver un problema global dirigiéndose a una sola empresa a través del sistema judicial de un país (más adelante se hablará de esto y de las posibles consecuencias no deseadas).
Sin embargo, lo más importante es que Shell está afrontando la transición con decisión. Ahora ha establecido planes para preparar su modelo de negocio para el futuro con el objetivo de convertirse en una empresa de energía con cero emisiones netas para 2050.
Como inversores, nuestro principal objetivo es proporcionar una excelente rentabilidad de la inversión a los clientes. En un futuro en el que contarán los “beneficios ajustados al impacto”, será clave el grado de transición de los grupos energéticos a las renovables.
¿Serán capaces los grupos energéticos de generar rentabilidades atractivas en el mundo de la inversión del mañana? Estamos cada vez más cerca de responder a esta pregunta.
Antes y después del Covid-19
Antes de la pandemia, opinábamos que las principales empresas energéticas cotizadas en Reino Unido tendrían problemas con la transición. Ahora somos más optimistas. Esto se debe en parte a los importantes cambios de actitud ya señalados. Pero también se debe a sus “fundamentales”, como el potencial de generación de beneficios y la solidez financiera o del balance. La valoración también es clave.
En 2019, BP y Shell estaban muy comprometidas con el pago de dividendos y la recompra de acciones a los accionistas. Además, tenían obligaciones continuas de pago de sus importantes niveles de deuda. En ese momento, la combinación de estos compromisos con las importantes inversiones requeridas en fuentes de energía renovables no nos pareció que tuviera sentido.
Como resultado, comenzamos a adoptar una postura negativa sobre el sector en la segunda mitad de 2019, pasando a una posición “infraponderada” (manteniendo una ponderación inferior a la que tiene nuestro índice de referencia).
Siempre abiertos a cambiar de opinión
Revisamos con frecuencia los argumentos de inversión de las empresas y siempre estamos abiertos a cambiar de opinión. A menudo nos basamos en las valoraciones, que, en el caso de Shell y BP, no eran tan atractivas antes de la pandemia.
Mientras tanto, los dividendos se reajustaron a niveles más sostenibles en 2020, y la mejora de la información nos da una idea de lo que se necesita para aplicar sus estrategias de transición.
El precio del petróleo se ha recuperado bien desde los mínimos de principios de 2020, lo que está ayudando con los flujos de caja y con la gestión del endeudamiento. Los altos niveles de endeudamiento pueden impedir su capacidad de invertir en fuentes y tecnologías de energía renovable, pero no son un reto insuperable.
Habíamos dejado claro a Shell que apoyaríamos a la empresa en las acciones que emprendiera para avanzar más rápido y más lejos hacia una menor emisión de GEI (gases de efecto invernadero). Nos comprometimos por primera vez con la empresa en sus ambiciones climáticas hace 19 años.
Por lo tanto, fue estupendo ver cómo la empresa sometía su estrategia de transición energética a la votación de los accionistas en la Junta General de Accionistas de mayo. Se trata de una estrategia bien pensada, responsable y realizable. Pocos días después, el tribunal holandés dictó sentencia. La rapidez con la que la empresa comunicó posteriormente su intención de acelerar los planes adoptados formalmente sólo unas semanas antes es reveladora.
Un enfoque sensato es la clave
Seguimos apoyando a Shell en la transición a un ritmo adecuado para la empresa, y que probablemente tenga el mejor resultado para el mundo.
Todos queremos tener cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050, pero se necesitará tiempo, mucha inversión y nuevas tecnologías. Un enfoque sensato es la clave.
Shell podría reaccionar a la demanda judicial -presentada por Milieudefensie (Amigos de la Tierra Países Bajos) y otras organizaciones no gubernamentales antes de que Shell tuviera la oportunidad de establecer su estrategia- deshaciéndose de algunos de sus activos de combustibles fósiles y reinvirtiendo los ingresos en energías renovables.
Sin embargo, que esto ayude al mundo a pasar de un sistema basado en los combustibles fósiles a una energía limpia y renovable depende de quién acabe comprando esos activos. La venta de un activo de combustible fósil no significa que de repente deje de emitir gases de efecto invernadero, es simplemente una transferencia de propiedad. En muchos casos, las empresas que cotizan en bolsa, con informes transparentes y accionistas a los que responder, son los administradores más responsables de estos activos.
A Shell le convendría gestionar el declive de su cartera de combustibles fósiles y reinvertir el dinero generado cada año en energías renovables.
Está claro que hay problemas al intentar resolver un problema global apuntando a una sola empresa a través de los tribunales de un país. Shell ha recurrido la sentencia. Nos solidarizamos con su posición.4
Riesgos de las consecuencias imprevistas
Existen paralelismos con la forma en que abordamos estos retos como inversores a largo plazo.
Sí, podríamos tener una política general para excluir a las empresas energéticas de nuestras inversiones, pero los enfoques radicales a los desafíos complejos no son la mejor manera de acelerar el cambio. De hecho, pueden ser contraproducentes.
La decisión del tribunal holandés que decía que Shell debía acelerar sus objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo podría abrir la puerta a que todas las empresas de la UE, incluidas otras grandes emisoras de gases de efecto invernadero, sean objeto de sentencias similares.
Esto podría repercutir en los precios del petróleo a nivel mundial, dada la importancia de las grandes empresas energéticas europeas para el suministro. Está claro que hay consecuencias más amplias para todas las partes interesadas, como un posible aumento de la inflación y políticas monetarias más restrictivas, como la subida de los tipos de interés. Todo ello debe analizarse detenidamente.
Un enfoque mucho mejor sería comprometer y animar a los grupos energéticos a acelerar las inversiones. La transición va a llevar tiempo.
Sabemos que es necesaria una importante innovación tecnológica para conseguir un nivel cero de emisiones de gases de efecto invernadero en 2050. Una transición apresurada o desordenada no beneficia a nadie.
Los grupos energéticos británicos van por delante
En Shell y BP, los inversores británicos tienen dos grandes empresas energéticas mundiales que están relativamente avanzadas en sus estrategias de transición, en comparación con sus comparables estadounidenses, por ejemplo.
Ya se han comprometido de forma significativa a destinar capital para realizar los cambios necesarios. Ahora es el momento de abordar con calma y sensatez un reto complejo, en beneficio de todas las partes interesadas.