Las mujeres que emprenden crean empleos, los suyos propios y los de sus asalariados; exploran nuevas oportunidades de negocio a veces en actividades económicas poco frecuentadas por los hombres emprendedores; dinamizan los sistemas de organización de las empresas porque se incorporan a ellas con sus características y problemas particulares; y, en definitiva, hacen realidad el potencial económico de un importante grupo de población que, de otra forma, no siempre se hubiera incorporado al trabajo remunerado.
En España, sólo cuatro de cada diez emprendedores son mujeres. Este resultado indica que nuestra capacidad emprendedora está infra desarrollada, con las consecuencias económicas negativas que ello conlleva, y pone de manifiesto que hay factores que están inhibiendo la participación de las mujeres españolas en los procesos de creación empresarial.
Hasta este momento, el comercio al por menor es la actividad principal a la que se orientan las mujeres emprendedoras, llegando casi a representar el 50% del emprendimiento femenino a nivel nacional. Esta situación es el resultado de la baja inversión precisa para el inicio de la actividad junto al no muy elevado nivel de estudios de las emprendedoras en este sector.
Pero la situación de las mujeres españolas ha experimentado cambios importantísimos en las últimas décadas que están también modificando el perfil de sus empresas, especialmente en relación con el tamaño y la ubicación sectorial de las mismas.
Cada vez más mujeres crean empresas pensando que los sectores que formarán parte de la base principal de la estructura productiva española en los próximos años tendrán un alto componente tecnológico y unas necesidades de formación de alta cualificación, sin olvidar algunas actividades con gran peso en nuestra estructura productiva que necesitan reorientarse hacia nuevos procesos. El futuro necesita ganarse la confianza de los clientes y para eso, el marketing, la información, las nuevas tecnologías y la creatividad tienen una importancia creciente.
Desde la red de Cámaras de Comercio de España procuramos que nuestras emprendedoras y empresarias tomen conciencia de la oportunidad que ofrecen los sectores emergentes caracterizados por incorporar innovación, por poseer una elevada demanda de sus productos o servicios y por la capacidad para aportar rentabilidad empresarial y generación de empleo.
Ser empresaria no es simplemente crear un negocio para sobrevivir; supone el reto de conseguir un proyecto competitivo y con un buen posicionamiento en el mercado.
La economía actual está introduciendo factores diferenciadores y decisivos de cara al futuro y exige una mejora continua en el desarrollo de conocimientos y habilidades. Y esto, irremediablemente, obliga a contar con la capacidad y el talento de las mujeres. No sólo porque es un asunto de justicia social, sino porque es la única manera de asegurar la competitividad y el crecimiento de las empresas, a la vez que el desarrollo económico.
A partir de ahora, conocimiento, tecnología, talento e innovación marcarán la diferencia.