Desde hace más de 20 años la UE celebra cada 22 de septiembre el Día Mundial Sin Coche. En su origen, nació como una intención más orientada a permitir a los ciudadanos disfrutar de un día sin el pesado tráfico de las ciudades y poder también así caminar o andar en bicicleta por donde habitualmente lo hacen miles de vehículos, pero esa motivación más “romántica” ha ido evolucionando hacia un verdadero compromiso social con la salud y el medioambiente.
La movilidad, junto con el sector de generación de la energía, son los principales ámbitos en los que mayor volumen de emisiones de gases de efecto invernadero se producen, y al mismo tiempo, son los sectores en los que mayor capacidad tienen para reducir las emisiones a corto y medio plazo.
En el caso del transporte, España posee el parque automovilístico más envejecido de Europa, que trae en consecuencia el agravante de las emisiones de otras partículas contaminantes como el óxido nitroso y óxido de azufre, causante de las famosas “boinas” de contaminación en las ciudades, y lo que es más preocupante, de más 500.000 muertes al año en la UE, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).
Ahora bien, la transformación hacia una movilidad sostenible requiere de la ambición de cambio a través de medidas acertadas, objetivables y acompasadas con el desarrollo tecnológico de cada momento. No puede ser fruto de una imposición ideológica, porque esta transición solo será posible y solo será global, si economía y medioambiente se estrechan la mano con una mirada de futuro y ambiciosa.
Cabe recordar que España es la segunda potencia en fabricación de turismos de Europa, y al mismo tiempo que es líder también en motocicletas eléctricas. Esto demuestra que puede ser una de las grandes potencias mundiales en las líneas de producción de vehículos de bajas emisiones, al mismo tiempo que puede liderar la fabricación de los nuevos modelos eléctricos y sostenibles, pero para ello hace falta compromiso e implicación por parte del Gobierno a la hora de dirigir estrategias y recursos como los Fondos NextGen hacia la transformación de las plantas y de la industria auxiliar tal y como ha urgido el CEO de Stellantis en clara referencia al pobre planteamiento del PERTE de automoción.
Así pues, para el Partido Popular, el futuro de la movilidad pasa por un equilibro sensato entre sostenibilidad y eficiencia.
La urgente necesidad de renovación del parque móvil hacia modelos neutros y nulos en emisiones. La penetración de la electrificación del transporte de la mano de una verdadera red de puntos de recarga. La incorporación de los bio y ecocombustibles para el transporte pesado y aéreo. Y la madurez del vector energético del hidrógeno que permitirán en un futuro no tan lejano descarbonizar los diversos sectores de la movilidad.
Estamos convencidos de que las alternativas de carsharing y motosharing así como las posibilidades del coche compartido se consolidarán más allá de las grandes ciudades y que junto con el transporte público, sostenible y eficiente, y otros vehículos de movilidad personal contribuirán a descongestionar el tráfico y a reducir los tiempos y la contaminación.
En definitiva, desde el Partido Popular creemos en el firme compromiso social y medioambiental que hemos ratificado con el Acuerdo de París, y desde luego la transición hacia una movilidad sostenible es uno de los ejes fundamentales que nos va a permitir alcanzar el objetivo final, la neutralidad climática en el año 2050.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Movilidad con Impacto – Cabify