La sostenibilidad está cada vez más en boga, así como los compromisos empresariales vinculados a este ámbito y que algunas compañías utilizan como refuerzo de su imagen corporativa. Esta tendencia no es nueva. Hace ya tiempo que las empresas tratan de dar respuesta a las demandas sociales asumiendo una conciencia medioambiental creciente y ofertando productos y servicios verdes, abriendo de este modo una nueva oportunidad de negocio para muchos sectores.
La pandemia que hemos sufrido ha dado lugar a una crisis social que las empresas han de afrontar, lo que ha incrementado la importancia de las facetas social y de responsabilidad empresarial (gobierno corporativo) de la sostenibilidad, sin dejar de lado la medioambiental. Esto hace que sea fundamental contar con un modelo de gestión solidario que tenga en cuenta los impactos que la actividad corporativa ocasiona y dotarlo con los instrumentos precisos para que una parte de los beneficios obtenidos recaiga en la sociedad.
Este mayor compromiso social no ha venido acompañado, en los últimos años, de un marco regulatorio que favorezca su aplicación en el ámbito empresarial, lo que ha ralentizado su expansión global, pero la coyuntura parece que está cambiando. Por fin empezamos a contar con palancas de impulso y elementos clave para conseguir que la sostenibilidad deje de ser una moda y se integre plenamente en las estrategias empresariales, como son la aparición de planes estructurales impulsados por los principales actores geopolíticos y la digitalización como habilitador relevante.
Entre los primeros destaca la figura de la Unión Europea (UE), que ha lanzado un paquete de medidas destinadas a descarbonizar la economía. Así, Bruselas ha fijado, a través del llamado Pacto Verde Europeo, objetivos climáticos ambiciosos para 2030 y 2050. “La meta es lograr la neutralidad de emisiones de aquí a 2050, consiguiendo una transformación de la sociedad y de la economía, que tendrá que ser rentable, justa y socialmente equilibrada”, sostiene el Ejecutivo comunitario.
Una de las palancas principales de esta estrategia es el Plan de Finanzas Sostenibles, que tiene como misión principal reorientar los flujos de capital hacia actividades sostenibles, integrar la sostenibilidad en los sistemas empresariales de gestión del riesgo y fomentar la transparencia y la visión a largo plazo en las inversiones.
Con este fin, la UE ha establecido unas líneas de trabajo que pasan por definir un sistema de clasificación unificado (Taxonomía de Actividades Sostenibles) que concrete lo que es sostenible, fijando un lenguaje común e identificando las áreas en las que la inversión puede tener mayor repercusión; crear productos financieros verdes aplicables en toda la UE y basados en esta taxonomía; instaurar un sistema de reporte de información no financiera aplicable a un número cada vez mayor de empresas y concretar la metodología y los requisitos técnicos imprescindibles para la creación de índices en el ámbito ESG.
Este marco común, todavía en desarrollo, llevará una definición a nivel europeo de las reglas del juego, centrando progresivamente el interés de los inversores y los gestores de cartera en las actividades sostenibles.
Por otro lado, la sostenibilidad ha encontrado en la digitalización un gran aliado, que ya está jugando un papel esencial, pues permite extender la transparencia y la agilidad a todos los procesos, favoreciendo su materialización rápida y duradera y maximizando su impacto positivo en la sociedad. Asimismo, minimiza el riesgo de que prácticas como el greenwashing persistan, al poder impulsar el seguimiento continuo y el reporte sobre el grado de avance de los objetivos marcados.
En Capital Energy entendemos que este es el camino adecuado y buena prueba de ello es nuestra decidida apuesta por el enfoque conjunto de sostenibilidad-digitalización, que ocupa un lugar central en nuestra estrategia corporativa. Entendemos que ambas se integran y que, al gestionarlas desde la misma área corporativa, sacamos el máximo partido de las indudables sinergias que propician.
Este planteamiento nos va a permitir desempeñar un rol fundamental en la transición hacia un nuevo modelo energético, que ha de contar con un incuestionable componente innovador y digital que maximice la creación de valor sostenible. Desde esta premisa, Capital Energy impulsa una transición ecológica y justa, centrada tanto en la protección del medio ambiente como en el impulso económico y social de los entornos en los que opera, en línea con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
Los planes estructurales y la digitalización, claves para impulsar la sostenibilidad
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