En GINSO llevamos más de veinte años trabajando para y con jóvenes en ámbitos tan sensibles como la justicia juvenil, la protección social y la salud mental infantojuvenil. Somos personas que trabajan para personas. Esta vocación nos ha enseñado una lección fundamental: el bienestar emocional no es un lujo ni un extra opcional, es la base sobre la que se construye cualquier acción significativa, tanto en la vida como en el trabajo.
En este sentido, la promoción de la salud mental en el lugar de trabajo no es simplemente una medida de responsabilidad social ni un guiño a las nuevas tendencias organizativas: es una necesidad estratégica, un deber ético y, sobre todo, una manifestación real de nuestro compromiso con las personas que forman parte de nuestra misión.
El cuidado de quienes cuidan
GINSO es una entidad del tercer sector que trabaja con jóvenes en situación de vulnerabilidad, lo que implica una exposición emocional constante. Cada día nuestros profesionales acompañan historias de vida complejas, sufren junto a quienes sufren y celebran cada pequeño avance como una gran victoria. Este nivel de implicación, aunque profundamente enriquecedor, también puede desgastar si no va acompañado de mecanismos adecuados de apoyo y cuidado.
En GINSO somos plenamente conscientes de que no podemos acompañar a nuestros jóvenes si no garantizamos primero el bienestar de quienes están a su lado.
De la sensibilización a la acción
Hablar de salud mental en el trabajo no debe quedarse en campañas puntuales o en declaraciones bienintencionadas. Promover el bienestar emocional requiere una estrategia transversal que abarque desde la política de recursos humanos hasta la cultura organizacional.
Esto implica, en primer lugar, normalizar el diálogo sobre la salud mental. Romper el estigma todavía existente en torno a estas cuestiones es esencial para que nuestros equipos sientan la seguridad necesaria para pedir ayuda cuando la necesiten, sin miedo a ser juzgados o señalados.
Además, trabajamos en la prevención, ofreciendo formación específica a nuestros profesionales sobre gestión emocional, autocuidado y resiliencia. No se trata solo de intervenir cuando el malestar aparece, sino de dotar a cada persona de las herramientas necesarias para manejar el estrés y la carga emocional de manera sostenible.
Estas acciones no solo mejoran la calidad de vida de quienes trabajan con nosotros; también se traducen en un impacto directo sobre la calidad del servicio que ofrecemos a los jóvenes y sus familias. Una organización saludable es, inevitablemente, una organización más eficaz, más humana y capaz de transformar vidas.
Más allá de la empresa: un cambio de paradigma social
La promoción de la salud mental en el trabajo no puede entenderse como un esfuerzo aislado. Forma parte de un cambio de paradigma más amplio que reclama poner a las personas en el centro, no como un eslogan, sino como una auténtica guía de acción.
Las entidades del tercer sector tenemos una responsabilidad añadida en este proceso. No solo debemos cuidar a nuestros propios equipos, sino también ser agentes de cambio que impulsen una cultura social donde el bienestar emocional sea un derecho accesible para todos.
Esto implica abogar por políticas públicas que integren la salud mental como eje prioritario, colaborar con otras organizaciones para construir redes de apoyo más sólidas y sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia de cuidar de quienes cuidan.
Porque solo cuidando a quienes cuidan, podremos construir el futuro que nuestros jóvenes merecen. Porque somos, ante todo, personas que trabajan para personas.