La Psicología es la ciencia de la conducta humana. Uno de sus objetivos primordiales en la evaluación de los comportamientos, una vez hecho esto se generan hipótesis explicativas de las variables relevantes que intervienen en la conducta y a partir de ahí se establecen hipótesis predictivas para que mediante las diferentes técnicas de que dispone esta disciplina, facilitar el cambio, la instauración, eliminación y modificación de dichos comportamientos.
La interacción entre las variables del entorno y las variables del individuo es lo que denominamos conducta y en el caso de las relaciones entre individuos se alternan los roles de emisores y receptores, la interacción entre ellos dependerá de sus modelos educativos de lo que denominamos variables disposicionales del entorno que son los valores, estilos, costumbres, estereotipos, prejuicios, usos, modelos, paradigmas etc. todo ello condicionará la interacción entre ellos.
Dicha interacción se produce a lo largo de toda la vida del individuo, incluso desde la propia gestación que aborda la Psicología Perinatal hasta el final del ciclo que se encargan de atender los profesionales de la Psicología Geriátrica y entre medias estudia y actúa no sólo sobre la personalidad de los individuos, sino también sobre la conducta en sí misma entendiendo ésta desde una amplia perspectiva en donde la enfermedad es sólo una pequeña parte, aunque de gran relevancia.
Es por ello por lo que desde el COP se reclama la necesaria presencia de profesionales de la Psicología más allá del concepto limitado de salud mental y desde esta perspectiva se concibe que la actuación psicológica observa un concepto mucho más amplio ya que la labor que se desarrolla desde la Psicología Educativa, desde la Psicología del Trabajo y las Organizaciones, pasando por la Psicología de la Intervención Social sin olvidarnos de la labor que se hace en el deporte, en el entorno jurídico, en la atención de las variables psicológicas por ejemplo en las enfermedades crónicas, en las del desarrollo, entre muchas otras.
Invertir en la prevención de la conducta suicida que se ha convertido en la causa de muerte no natural más frecuente, en la prevención de la dependencia de sustancias o incluso dependencia sin sustancia alguna, que es cada vez más habitual, en la atención de las personas que reciben cuidados paliativos, atender a las personas que están viviendo situaciones de violencia en general y muy especialmente a las víctimas de violencia de género, o prestar servicios de atención psicológica en situaciones de desastres, emergencias o catástrofes son algunas de las funciones que llevan a cabo los profesionales de la Psicología en nuestro país.
Visto así, en general, nos puede parecer que ya que hay una profesión reconocida, que no regulada, que se encarga del estudio de la conducta, el comportamiento, la personalidad de los individuos, las interacciones sociales y los procesos mentales, pues pueden que estén cubiertas todas las necesidades de los individuos que necesitan una intervención psicológica en nuestro país, pero resulta que nada más lejos de la realidad ya que, a pesar de la evidente necesidad, los servicios psicológicos a los que tiene acceso la población de nuestro país se parecen más a los países en desarrollo que a los de los países más desarrollados y así los profesionales de la Psicología que por cada cien mil habitantes atienden en la sanidad púbica en Europa están en torno a los dieciocho, mientras que en España no llegamos a cinco, la mitad por ejemplo que en Portugal.
Sin recursos, frente a una perspectiva de futuro en el que no se cubre siquiera las plazas de los profesionales de la sanidad pública que se jubilan acudimos atónitos a situaciones que no son propias de países bien gestionados y así nos encontramos que hay comunidades autónomas que cuentan con profesionales de la Psicología en los servicios de Atención Primaria, mientras que la mayoría de las comunidades, sobre todo las más pobres ni cuentan con ese servicio, ni se le espera y además nos encontramos con servicios de salud mental que no están siendo atendidos por profesionales competentes, sino que con el argumento socorrido de que “alguien lo tendrá que hacer” se están encargando de suplantar a los verdaderos profesionales con el peligro de iatrogenia que tiene esa temeridad para los usuarios.
El COP colabora con CEDDD desde sus comienzos en apoyo de una intervención profesional, cualificada y de calidad de las personas dependientes y su entorno que pueden estar padeciendo situaciones de discapacidad e incluso marginación social por parte de unos responsables políticos que no demuestran estar a la altura en la gestión de las necesidades de esta población y que se enmarcan en un denominado tercer sector que se tiene que buscar por sus propios medios las salidas de autentica necesidad que debería ser mejor gestionada para llegar a toda la población en condiciones de gratuidad y universalidad más allá de si se trata de afecciones crónicas o físicas.