Las nuevas generaciones que llegan a la empresa se puede decir que son nativos digitales hiperconectados, nómadas laborales, colaborativos, solidarios y que unen su perfil público y privado. Ya no les motivan los incentivos materiales de toda la vida del mundo empresarial. Su talento solo lo activan ellos. Buscan autonomía, crecer como personas y aprender, y solo se vuelcan en el trabajo si se la facilita.
Dentro de una década, los que hoy tienen menos de treinta años (los millenials o la generación Y) representarán el 75% de las plantillas. Entonces habrán reemplazado por completo al hoy mayoritario ejército de babyboomers, trabajadores incansables, competitivos, por objetivos, buscadores de una vida saludable y estancados en su carrera profesional.
Con los más jóvenes parece que llega la era de la motivación emocional, indirecta e inteligente. Con ellos descubrimos que nadie es capaz de motivar fácilmente a nadie, salvo creando entornos que ayuden a que el otro crezca como persona. Y resulta que su planteamiento es válido no solo para su generación. Vale para todas. Incluso para unir la energía y tecnología de los más jóvenes con la sabiduría y criterio de los más experimentados.
Parece que los futuros gestores de la motivación empresarial deberán mostrar un perfil más humano, emocional, inspirador, de habilidades y actitudes más femeninas que masculinas. Algo que contrasta con lo que todavía piensan la mayor parte de los altos directivos de la gran empresa, concentrados en un día a día frenético, en obtener resultados inmediatos en su negocio y en los monitores de reputación corporativa. Pero hay un horizonte nuevo que algunos empiezan a descubrir cuando encuentran un espacio y un tiempo para analizar con perspectiva el fuerte contraste entre las claves de las nuevas generaciones que acceden al mercado de trabajo y las más cercanas a la jubilación.
Según un reciente análisis del Foro Empresa y Sociedad, en el que han compartido su opinión 1.245 personas, la motivación en la vida y en el trabajo crece linealmente con la edad. Una conclusión que puede sorprender, pero posiblemente sea porque la vida nos va enseñando a vivir y finalmente aprendemos a ser felices, aunque sea justo antes de marcharnos.
También destaca la importancia que tiene la familia como motor de vida. Una organización que ha sido clave tanto para superar los años difíciles como para afrontar el futuro en buena compañía. No tiene sentido que todavía juegue un papel tan secundario en las políticas públicas y empresariales cuando la familia es tan importante desde todos los puntos de vista.
Dicen los participantes, sin distinción de edad, que la mayor motivación en el trabajo se produce cuando se consigue un entorno colaborativo que les permite aportar soluciones creativas y que contribuyen al bien común. Dicho de otra forma, un sistema en el que cada uno puede aportar lo mejor de sí mismo participando en equipos diversos. Es decir, los resultados de esta encuesta avalan que los incentivos que consiguen un mayor y mejor compromiso con la empresa son los que más ayudan a que nos desarrollemos como personas en el trabajo. Los más tradicionales, sobre todo el dinero o las recompensas económicas, apenas han sido mencionados por los participantes.
Las ideas anteriores proceden de la opinión de un público especial, por lo que no son directamente extrapolables. Pero sí que creemos que ayudarán a generar conversaciones sobre un tema de indudable futuro.
Es posible que surjan muchas preguntas. Una de ellas seguro que es qué hacer para que todos demos lo mejor de nosotros mismos y consigamos que lo hagan quienes trabajan en nuestros equipos. Ojalá tuviéramos la varita mágica. Nuestra apuesta es activar el mundo de las ideas sobre el futuro para que quien quiera pueda aportar y recibir activamente. Porque el futuro genera sensaciones parecidas a las de un viaje. Lo disfrutamos mucho más si tenemos ocasión de soñar, investigar, diseñar y organizar sus detalles que si vamos como una maleta en manos de otro. A veces es incluso mejor la fase previa, que no se hace solo en clave racional sino, sobre todo, emocional.