La sociedad lleva muchos años hablando de la RSC, evolucionando desde un punto de vista centrado en la acción social hacia la integración en los negocios. Los equipos de RSC llevan muchos años en la sombra, trabajando con tremenda constancia, buscando su lugar en un entorno en el que la gente no terminaba de entender cuál era la misión de los DIRSE en las empresas.
Hoy, por fin, podemos decir que los departamentos ESG tienen presencia, la sociedad sabe que existen, a qué se dedican y cuál es su misión. De hecho, los grupos de interés, en general, ya miden a las empresas y se relacionan con ellas en base a su reputación y gestión responsable.
¿Significa esto que la RSC está de moda? La verdad es que creo que eso no es lo importante. Da igual si está de moda o no, lo importante es que no es “una moda”: está cogiendo mucha velocidad y eso nos permite a las empresas tener la oportunidad de ser generadoras de cambio, tener un impacto positivo y trabajar siendo muy conscientes de las consecuencias de cada paso que damos.
Nos ha ayudado la legislación, la presión de los inversores, las nuevas generaciones… se ha producido la tormenta perfecta para que las empresas hayamos acelerado el paso y estemos moviendo toda la maquinaria para ser cada vez más ágiles.
Y eso supone que la RSC no sea sólo un departamento con un equipo que impulsa iniciativas, generalmente bastante pequeño. Para poder generar impacto de verdad, toda la compañía tiene que estar en el barco. Todos los departamentos y todos los profesionales tienen que ser conscientes del impacto que generan cada día, del poder que tienen en sus manos y de que cada decisión que tomen tendrá efectos en la vida de otras personas, en el medioambiente, en las comunidades…
Eso es una empresa responsable, una empresa en la que la RSC está integrada en el negocio, en el día a día y desde el propio propósito de la misma.
Yo tengo claro que para poder decir con firmeza que una empresa tiene una gestión responsable, o que se mueve bajo criterios ESG, se tiene que dar un cambio cultural muy intenso. Tenemos que darle “la vuelta a la tortilla”, y ver el mundo y el negocio desde otro lugar. Tenemos que aprender a hacernos preguntas, a cuestionar lo que hacemos, a plantearnos los “para qué,” nuestro estilo de liderazgo, nuestra manera de entender el mundo profesional.
Es un viaje que estamos haciendo desde hace tiempo, paso a paso, y si se ha puesto de moda… ¿por qué no aprovechar el impulso que dan las modas y hacer que se quede para siempre?