Si el año pasado la principal preocupación de las empresas era mantener la continuidad del negocio trabajando 100% desde casa, este año el debate gira en torno a cómo gestionar el retorno a las oficinas. Últimamente, parece haber cierto contexto en que lo más conveniente es el llamado “trabajo híbrido”. Creo que nunca se había usado tanto esa palabra en el mundo de la empresa. Pero, ¿cómo se ha llegado a esa conclusión?
La pandemia nos ha enseñado el potencial del trabajo virtual (incluso los más negacionistas han quedado sorprendidos) y, claramente, ese valor no se quiere perder ahora que ya podemos movernos. Pero, al mismo tiempo, tanto trabajo desde casa ha generado fatiga y aislamiento y eso no nos ha gustado. ¿Por qué, entonces, no nos quedamos en el término medio y así lo tenemos todo? ¡Hibridémonos!
En realidad, esto no es nuevo, pues algunas compañías ya veníamos operando en “híbrido” (aunque no lo llamáramos así) años antes de la pandemia. Por ejemplo, en Zurich desde 2016 contábamos con una política de trabajo flexible que permitía adaptar el horario, lugar y forma de trabajar hasta 20 horas a la semana. Es decir, todos teletrabajábamos hasta un máximo de 50% de nuestro tiempo. Pero ahora el mundo ha cambiado para todos y, al generarse la necesidad colectiva, comienza el debate a todos los niveles: empresas, empleados, autónomos, sindicatos…y también familias, que también juegan un papel importante y piden coordinar los días de teletrabajo en su propio núcleo.
En este contexto, para saber cómo de “híbridos” vamos a ser, se está poniendo de moda preguntar cuántos días se puede teletrabajar en tu empresa. A mí siempre me ha “chirriado” esa pregunta pues esto no va de días, sino de situaciones. ¿No queríamos aprovechar lo mejor de los dos mundos? Pues, para eso, tenemos que adaptar nuestro modo de trabajo a las necesidades propias, del cliente, de nuestro equipo y de otras personas involucradas. Y éstas, lejos de medirse en días, serán diferentes en función de la situación. Así, habrá momentos para ir a la oficina porque tenemos visitas, nuevas incorporaciones, ya que sabemos que el proceso de aprendizaje es más lento en virtual o negociaciones complejas. Habrá otros para aprovechar en casa leyendo o trabajando en algo que requiera concentración o porque tenemos el día lleno de reuniones y llamadas. Y también habrá días que, aun teniendo cosas en la oficina, nos quedamos en casa porque tenemos que cuidar de un menor enfermo, simplemente, porque necesitamos incorporar alguna rutina saludable para sentirnos mejor (ejercicio, comer bien…) o porque tenemos un compromiso personal.
Así que, si hay que invertir tiempo en algo no es en contar días, sino en crear una guía de recomendaciones comunes y en acompañar y animar a los equipos a tomar esas decisiones que les competen y que, sin duda, tomarán con el mejor criterio. Confiar, dar Autonomía y Responsabilidad. Esa es la verdadera base del trabajo flexible. ¡Y del compromiso!
Por eso, en Zurich, optamos por un rango tan ancho de teletrabajo (hasta un 80%). Porque creemos en los marcos amplios y flexibles que permitan delegar la decisión en cada uno de los 2.000 empleados que saben, mejor que nadie, cuáles son las necesidades de sus clientes, compañeros y, por supuesto, las suyas propias.
Como dice Jordan Peterson en uno de sus discursos grabados: lo que verdaderamente nos mueve es tener libertad, coger responsabilidad por encima de ejercer derechos. Pasemos de “cuántos días me dejan” al “trabajo como creo más conveniente en función del momento”.