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Han pasado tres años desde que estalló la guerra en Ucrania. Tres años de pérdidas, de desplazamientos forzosos, de incertidumbre y dolor. Tres años en los que millones de personas han visto cómo su vida se paralizaba. En medio de este escenario devastador, una necesidad se ha vuelto más urgente aún: garantizar el acceso a la salud.
Las cifras que deja este conflicto son tremendas: más de 12,7 millones de personas necesitan asistencia humanitaria urgente, incluyendo más de 3,6 millones de personas desplazadas dentro del país.
Infarma solidario, la fuerza de las alianzas
Desde Farmamundi, junto a organizaciones locales como Gender Bureau y gracias al apoyo de Infarma Solidario seguimos firmes en nuestro compromiso con la población ucraniana. Hoy más que nunca, reforzamos nuestra acción humanitaria en las regiones de Sumy y Poltava, donde muchas personas desplazadas internas y retornadas intentan reconstruir sus vidas en medio de la incertidumbre. Y lo hacemos de la mano de los Colegios de Farmacéuticos de Barcelona, Madrid y Closer Still. También, gracias a nuestros patrocinadores: CaixaBanK, Cinfa, Consejo de Colegios Farmacéuticos, Alliance Healthcare, Arquia Bank, Banca para los colectivos esenciales (CBNK), Farmaconsulting e Isdin.
Gracias a los fondos recaudados en el concierto de Infarma Solidario, podemos impulsar nuevas acciones que refuerzan la asistencia sanitaria y farmacéutica, con clínicas móviles y un enfoque especial en salud mental y apoyo psicosocial. Mujeres, niñas y niños —colectivos especialmente vulnerables en este conflicto— reciben atención especializada para hacer frente a las heridas invisibles que deja la guerra. Y facilitando el acceso a medicamentos esenciales a través de cupones que permitirán a personas en situación de vulnerabilidad obtener los tratamientos que necesitan.
Un sistema sanitario al límite
Desde el inicio de la guerra, más de 300 hospitales han sido destruidos y cerca de 2.000 instalaciones médicas resultaron dañadas, dejando al sistema de salud al borde del colapso. Además, aproximadamente la mitad de las farmacias del país han cerrado, dificultando el acceso a medicamentos esenciales sobre todo en zonas rurales, donde un 40% de las personas mayores no tienen acceso regular a medicamentos.
A ello se suma que el personal sanitario que sigue trabajando, lo hace bajo condiciones extremas. Por ello, cuidar la salud —física y emocional— se convierte en un todo un acto de resistencia, donde la solidaridad suma y marca la diferencia.
Mucho más que medicamentos
En estos tres años hemos distribuido más de 114 toneladas de medicamentos y material sanitario en hospitales de Vinnitsya, Dnipro, Odesa y Leópolis. Solo en febrero de este año, realizamos dos nuevos envíos con más de 3.400 kilos que incluyen desde antibióticos hasta insulina, material de diagnóstico y productos de higiene. Cada envío responde a necesidades concretas trasladadas por nuestras organizaciones aliadas, y cumple con los más altos estándares de calidad europeos.
Pero nuestra intervención va más allá del suministro: también hemos repartido kits de higiene básica y menstrual, alimentos, ropa, y hemos habilitado espacios seguros para infancia y adolescencia. Además, acompañamos legalmente a mujeres en situación de vulnerabilidad y facilitamos transferencias monetarias para apoyar su independencia económica.
Creemos en la fuerza de lo local. Por eso, una parte esencial de nuestro trabajo es la formación de profesionales sanitarios y farmacéuticos, actuales y futuros. Apostamos por el conocimiento, por la comprensión de los determinantes sociales de la salud, y por fortalecer los sistemas comunitarios que sostienen la vida incluso en medio del caos que supone una guerra.
La esperanza que no se apaga
Hasta hoy, hemos podido asistir a más de cuatro millones de personas. Sabemos que aún queda mucho por hacer, pero también sabemos que la solidaridad internacional ha sido, y sigue siendo, una herramienta poderosa para proteger el derecho a la salud.
Quiero finalizar estas líneas con un mensaje de esperanza. Y con las palabras de nuestra compañera Tetiana Konovalova, de Gender Bureau, que nos cuenta que cada día en Ucrania empieza midiendo el número de alarmas antiaéreas. Pero también empieza con el deseo profundo de que la guerra termine para seguir adelante. Ese coraje nos inspira. Por ello, desde esta tribuna Corresponsables volvemos a pedir un alto el fuego y un mayor esfuerzo diplomático para alcanzar la paz. Para que el pueblo de Ucrania pueda reconstruir sus vidas cuanto antes.
Accede a más información responsable en nuestra biblioteca digital de publicaciones Corresponsables y en la Ficha Corporativa de Farmamundi en el Anuario Corresponsables 2025.