“No es muy justo que me den el premio a la trayectoria europea porque realmente mi trayectoria es muy corta; sólo he estado aquí 10 años, pero sí me siento muy honrado de recibir un premio al compromiso con Europa. Porque Europa sí que ha estado presente toda mi vida desde muy joven. Soy de San Sebastián y viví allí. Era abogado y cruzaba la frontera muy a menudo. Decíamos “al otro lado” como se decía allí, con un cierto tono nacionalista para vivir la libertad: para comprar libros, ver películas, incIusive para recibir la solidaridad europea. Había un pequeño banco que se llamaba Banco Inchauspé, que estaba justo al otro lado del puente de Hendaya, y yo cruzaba con mi coche a recoger dinero que nos enviaban los socialistas alemanes y suecos – nunca lo he contado, pero es verdad -. Después, por la noche, cogía un tren que tenía seis literas y me iba a Madrid a entregar el dinero a mi partido. Y realmente por esta capacidad de transportar el dinero que nos daban los socialistas europeos me hicieron Secretario de Administración, no por mis capacidades contables, como ustedes pueden comprender”.
“Y fue un sueño también porque Europa era nuestra esperanza de que aquella pretensión un poco lampedusiana de “reformar para que todo siguiera igual” que tuvo el franquismo en los años 75, 76, 77 no prosperara. Porque llevábamos luchando mucho, muchos, por la democracia de verdad, por los derechos, por la Constitución, que fue el punto de ruptura que tuvo España. Y eso también nos lo dio Europa, porque fue Europa la que en el año 86 nos insertó en el club. Por eso mi compromiso siempre ha estado preñado de ese sueño, de esa ilusión, de esa emoción que Europa siempre representó para mí”.
“Mi trayectoria realmente ha sido corta porque yo me incorporé en el año 2009 y sólo he estado aquí 10 años. Pero mi contacto con esa Europa real llena de contradicciones, de fracturas, de complejidades, también me enseñó que había una grandeza enorme en la construcción europea, en esta gran tarea por hacer todavía. Y quiero significarlo primero en las personas, en los policy makers, en los políticos con los que yo me fui conectando, a los que no conocía y que para mí fueron deslumbrantes, porque realmente eran los europeos que yo siempre quise ser. Y eran estos tipos que han nacido en esta zona que hay entre Bruselas y el norte de Italia; entre París y Renania y, si ustedes quieren, hasta Berlín. Todo ese mundo que habla francés, alemán e inglés, que tiene un sentimiento y un espíritu y que han trabajado por Europa todos los días, toda la vida …cuando los ves aquí dices ¡qué envidia!. Yo querría personalizar toda esta gente en tres figuras de ahora que son, en parte, hijos de los padres fundadores –políticamente hablando – que son estos tipos que realmente están impregnados de este espíritu que hace Europa día a día”.
“Uno de ellos es Guy Verhofstadtp del grupo liberal: probablemente el discurso más encendido y más brillante del Parlamento Europeo. El otro es Jean-Claude Juncker, un luxemburgués, un socialcristiano, Presidente de la Comisión, que lleva Europa en la venas. El otro es Martin Schulz, un librero de un pequeño pueblo del sur de Alemania casi pegado a Francia, en esas fronteras difusas, casi inexistentes, que hay en Europa y que representan justamente esa emoción de hacer algo todos los días y de no estar pensando en lo suyo, en lo local, sino en ese espíritu que tenían los padres fundadores de construir la Unión pensando que la manera de conciliar las aspiraciones identitarias de cada uno de ellos era precisamente haciendo una unión supranacional. Ese espíritu lo tienen ellos. Y lo tienen también los funcionarios. Y no crean que quiero regalarles el oído a muchos compañeros que aquí veo. Suele decirse con frecuencia “se gana muy bien”. Se paga muy bien porque se paga a los mejores y aquí hay un montón de gente de todos los países de Europa que todos los días hacen reglamentos, directivas, informes, rapports y que construyen esa Europa del día a día, esa Europa que a pesar de todo – como diría Galileo- se mueve y avanza y hace día a día las cosas. Esa es la Europa que a mí me emociona. Esos hombres, esa gente, esas personas que tienen – como diría Habermas – un patriotismo, no digo constitucional, un patriotismo europeo. Y se ve, cuando se discute todos los días, cuando hemos vivido la policrisis de mil problemas, de mil conflictos entre las naciones que integran la Unión. Ahí están los funcionarios del Parlamento, de la Comisión, del Consejo, haciendo Europa. A mí me parece maravilloso, porque son los que hacen la Europa que tenemos. Y esa Europa tiene un futuro complicado”.
“Solía decirse, y es verdad, que nuestra generación vivió con miedo al pasado. Yo me he despertado muchas noches pensando en la guerra, cuando todavía no había ido a la mili -luego no fui afortunadamente- pero realmente yo he vivido con mucho miedo y creo que, como yo, mucha gente porque el recuerdo del pasado era horrible. Dícese ahora que los jóvenes del S. XXI tienen miedo al futuro. Es verdad que el miedo al pasado motivó la gran construcción europea y seguramente la paz y el progreso, esos dos motores formidables, esos dos sentimientos potentes, esas corrientes de sentimiento que había en Europa, crearon la Europa del siglo pasado. Si hace falta apelar al miedo, apelemos al miedo porque no tenemos futuro sin Europa. Si hace falta pensar que todos somos muy pequeños, pensémoslo. Si hace falta pensar que hay un mundo que nos puede marginar, tecnológicamente, militarmente, demográficamente, energéticamente… Pienso que si es preciso apelar al miedo apelemos a él, pero con la convicción de que nuestros jóvenes tienen que pensar que todos somos muy pequeños y que tenemos que hacer una Europa grande para defender lo que queremos, porque el mundo se está poniendo cada vez más hostil”.
“No ha habido en la historia de Europa un presidente americano más hostil con los intereses europeos. Desde Eisenhower hasta Obama todos han querido la integración de Europa … hasta Trump, que puede durar 8 años y puede deconstruir el mundo en el multinacionalismo, en el multilateralismo en el orden internacional comercial, en los derechos humanos, en mil cosas. Y si queremos defender lo que queremos, inclusive el edificio deliberativo de nuestra democracia, nuestro valores, nuestros derechos humanos, nuestro futuro, hay que hacer una Europa fuerte“.