Este hecho en ocasiones llevar a fijarse precisamente en aquello que no eres, en lugar de centrar la atención en lo que es la razón de ser. Así, el otro día leía un tweet provocativo que decía algo como: “¿Qué quiere decir sin ánimo de lucro? ¿Que no necesitan ingresos como cualquier otra empresa?”. Evidentemente, necesitan ingresos para sobrevivir y poder cumplir con su misión, pero la diferencia fundamental es que este dinero es instrumental, y la razón de ser de las organizaciones no lucrativas es el compromiso con la sociedad; es decir, trabajar para la mejora social o la mejora de la convivencia. Este compromiso con la causa (sea ambiental, educativa, social, cultural, de cooperación internacional, etc) es el motivo por el que las personas escogen una forma jurídica no lucrativa para sus proyectos en lugar de hacerlo de una forma mercantil clásica. En su actividad no buscan el reparto de beneficios a unos accionistas particulares ni generar un patrimonio que dejar a sus herederos.
Este fuerte compromiso social es el que las entidades no lucrativas tenemos que poner en evidencia con fuerza porque es el que diferencia y da valor a las entidades. Las miles de organizaciones no lucrativas que existen en nuestro país son el resultado de personas comprometidas con la sociedad que han decidido libremente apostar por la sociedad por encima de los beneficios personales que pudieran generar sus proyectos. La fuerza de este compromiso se manifiesta tanto en los emprendedores sociales que han creado las asociaciones, fundaciones y cooperativas de iniciativas sociales existentes; como en las miles y miles de personas que trabajan en estas organizaciones, conciliando diariamente carrera profesional y compromiso social.
Evidentemente, las organizaciones no lucrativas no tienen ni pretenden tener la exclusiva del compromiso social: también hay empresas con un fuerte compromiso social. Pero es cierto que la ausencia del ánimo de lucro es una apuesta valiente y radical que les permite no tener que conjugar equilibrios entre el lucro personal (legítimo) y el compromiso social.
Históricamente, este hecho ha justificado una atención preferente en forma de subvenciones y algunas exenciones. Esto obliga a un seguimiento público y abierto para garantizar su carácter y, de hecho, por eso el propio tercer sector se ha dotado de herramientas en este sentido (autorregulaciones, códigos, entidades de segundo nivel, etc.). Nuestro sector es el primer interesado en identificar y desmarcarse de aquellas organizaciones que no cumplen realmente con sus finalidades misionales y que se utilicen para el beneficio personal. Afortunadamente, son una minoría de casos que no empañan la buena labor cotidiana de miles y miles de entidades.
No es fácil ser organización no lucrativa hoy en día. Las entidades tienen muchos retos por delante para adaptarse a las exigencias del cambio de época que estamos viviendo. En el exigente entorno actual no vale tan solo tener este compromiso social, sino que para recibir el soporte social las organizaciones tienen que ser capaces de mostrar su utilidad social y que su aportación es valiosa y vale la pena. Así conseguirán el compromiso de la ciudadanía, las administraciones públicas y todos los actores sociales hacia sus iniciativas. I en eso están trabajando activamente las entidades, reconociendo la necesidad de medir el impacto social y encontrar otras maneras de mostrar el valor aportado. Afortunadamente, nuestro país cuenta con decenas de miles de entidades y personas comprometidas con la sociedad que cada día levantan sus persianas para trabajar de forma comprometida y desinteresada para que nuestra sociedad sea un lugar mejor y más agradable para vivir. De hecho, es gracias al trabajo histórico pionero de muchas entidades no lucrativas que hemos ido avanzando en el reconocimiento y cobertura de muchas necesidades sociales. Y esto continua pasando cada día. Organizaciones sin ánimo de lucro, organizaciones comprometidas con la sociedad.
*Este artículo ha sido publicado por Pau Vidal en el blog www.tercersector.net