En 2019, la Rotterdam School Management de la Erasmus University publicó el informe “Why people love art museum”, un estudio sobre los 18 museos del mundo con mayor y mejor reputación. Esta investigación, pionera en materia de medición de prestigio y posicionamiento museal, permitió revelar qué estas instituciones cuentan con el reconocimiento y el respeto de la sociedad. Los índices de reputación superan con creces los que ostenta cualquier empresa. Incluso, quienes no acostumbran a visitar museos o no les interesa el mundo del arte, reconocen que estas organizaciones son serias y responsables.
Con este antecedente, que ratifica el posicionamiento que tienen los museos en la sociedad, y frente a las exigencias de la Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la recién renovada acepción de museo por parte del Consejo Internacional de los Museos (ICOM), en 2022, estas instituciones tienen el gran reto de su transformación para atender estas demandas.
Los museos, quienes durante mucho tiempo han sido percibidos como almacenes de arte, así como conservadores y garantes de la custodia del patrimonio de la humanidad, siempre se han renovado atendiendo las necesidades de la sociedad en momentos de guerra, convulsiones sociales o transformaciones culturales. Sin embargo, en materia de sostenibilidad los museos se han quedado rezagados frente al resto de los actores sociales y culturales de los países.
Si bien es cierto que se ha avanzado en algunos cambios inherentes a la dimensión medioambiental de la sostenibilidad, en especial en la sustitución de los esquemas de iluminación o en la optimización de los sistemas de enfriamiento y calefacción dentro de las instituciones museísticas, en el resto de las dimensiones, poco se ha hecho.
La sostenibilidad no puede seguir siendo entendida como ahorro de agua y energía, reducción del uso de papel o en el monitoreo y control de la huella de carbono. Emprender con seriedad un proceso de gestión sostenible involucra otras dimensiones como acciones sociales, culturales, económicas y hasta comunicacionales.
Es importante reconocer que los museos avanzan en el diseño de actividades educativas para apoyar la divulgación y la comprensión del arte y el patrimonio. En especial han puesto especial atención al desarrollo de iniciativas que promueven, en niños y adolescentes, el conocimiento de sus diferentes exposiciones y los acercan al arte a través de propuestas de videojuegos, talleres o cursos. El área educativa es, sin lugar a duda, una de las que más dinamismo tiene dentro de las instituciones museísticas. Aunque es también necesario que se amplifique la acción de esta unidad del museo a otros grupos etarios, quienes también requieren de inclusión en las actividades del museo: adultos mayores, personas con necesidades especiales, grupos vulnerables, en fin.
La sostenibilidad museal, entendida como el conjunto de acciones e iniciativas que promueven y garantizan que las piezas de patrimonio – natural, material e inmaterial – se conozca y se preserve para el disfrute de las próximas generaciones, requiere una transformación en la forma de gerenciar la institución. Es fundamental la ruptura del paradigma de la tradicional gestión museística, donde todo estaba supeditado a lo que se imponía desde puertas adentro.
La nueva forma de hacer museo debe incluir la incorporación de la sociedad, no como espectadora, sino como protagonista del cambio. La metamorfosis necesaria debe ser inclusiva, diversa y sostenible, como lo establece el nuevo concepto de museo y, también, debe promover la participación activa de todas las audiencias de esta institución: visitante, gobiernos, medios de comunicación, influencers, empresas públicas y privadas, organizaciones no gubernamentales, etc. Ese amplio espectro de stakeholders y su compromiso con la sostenibilidad museística es la única garantía de lograr el cometido.
Accede a más información responsable en nuestra biblioteca digital de publicaciones Corresponsables…