En el marco del Día Mundial Contra el Cáncer, es fundamental reconocer el papel de los bosques y las áreas verdes en la promoción de la salud y en la lucha contra esta enfermedad. Los bosques, conocidos como los pulmones verdes de nuestro planeta, no solo son cruciales para la salud del ecosistema global, sino también para la nuestra. Su importancia trasciende los límites de la purificación del aire, extendiéndose a la mitigación del cambio climático y al bienestar humano. En este artículo, exploramos la relación simbiótica entre los bosques, las zonas verdes urbanas, y su influencia positiva en la salud pública y el medio ambiente.
Los bosques son esenciales para la vida en la Tierra. Su capacidad para absorber dióxido de carbono y liberar oxígeno es fundamental para la vida de millones de especies, incluidos los humanos. Actúan como filtros naturales, purificando el aire que respiramos y proporcionando agua potable. Además, los bosques son reservorios de biodiversidad, hogar de innumerables especies de flora y fauna.
Mantener los bosques sanos, nos protege a nosotros también, ya que sirven como barrera natural contra la transmisión de enfermedades de animales a humanos. Más del 30% de las nuevas enfermedades desde 1960 están vinculadas a cambios en el uso del suelo, incluyendo la pérdida de bosques.
La presencia de bosques tiene un impacto directo en la salud humana. Estudios han demostrado que las personas que viven cerca de áreas boscosas disfrutan de una mejor salud mental y física. Los bosques ofrecen un entorno tranquilizador y calmante, reduciendo el estrés, la ansiedad y mejorando el estado de ánimo. Además, fomentan la actividad física y el contacto con la naturaleza, aspectos cruciales para una vida saludable.
Además, en concreto también las zonas verdes y los árboles en las ciudades son vitales para la salud urbana. Ofrecen un refugio contra el calor urbano, reducen la contaminación del aire y proporcionan espacios de recreación para los residentes urbanos. La presencia de árboles en las ciudades está vinculada con tasas más bajas de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, así como con una mejor salud mental. La presencia de áreas verdes en entornos urbanos está vinculada a una mejor salud mental y a una reducción del riesgo de enfermedades crónicas, incluido el cáncer.
La reforestación juega un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático. Al plantar árboles, se captura CO2 de la atmósfera atmosférico, reduciendo el efecto invernadero. Las iniciativas de reforestación no solo restauran ecosistemas degradados, sino que también proporcionan un hábitat para la vida silvestre, preservando la biodiversidad. Las actividades de reforestación tienen un impacto positivo en la salud, tanto a nivel local como global. Localmente, los nuevos bosques mejoran la calidad del aire y ofrecen espacios para el esparcimiento y la relajación. A nivel global, contribuyen a la reducción de los impactos del cambio climático, lo que a su vez tiene beneficios directos para la salud humana, como la reducción de olas de calor extremas y la mejora de la calidad del aire a largo plazo.
Otro aspecto crucial es de los bosques como farmacias naturales, albergando unas 50.000 especies de plantas con propiedades medicinales. Estas plantas son empleadas por comunidades locales para tratar diversas afecciones, y son fuente de importantes fármacos, como algunos tratamientos contra el cáncer.
Por todo ello, los bosques y las zonas verdes son esenciales para nuestra salud y el bienestar del planeta, por su papel en la mitigación del cambio climático, junto con los beneficios directos para la salud humana. A través de la reforestación y la buena salud de nuestros bosques y de áreas verdes urbanas, podemos trabajar hacia un futuro más saludable y sostenible para todos.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial contra el Cáncer 2024 – Por unos cuidados más justos