Tras un verano muy duro, en el que hemos pasado por diversas olas de calor que se han extendido por toda Europa, y en el que los incendios se han cebado con la península ibérica, se avecina un otoño en el que las noticias sobre el cambio climático, de nuevo van a estar presentes en nuestro día a día. Ya nos están advirtiendo los expertos: el escenario previsto para 2050 está más cerca de lo esperado.
Así las cosas, las medidas que ayuden a parar el cambio climático no pueden seguir esperando. En concreto, urgen las relacionadas con el transporte. La razón se resume en este dato: las emisiones globales del transporte en Europa han aumentado, según algunas fuentes, en torno a un 29% en las últimas tres décadas. De hecho, en 2019, las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector del transporte totalizaron en Europa más de mil millones de toneladas al año; ocho mil millones de toneladas anuales a escala mundial. Una cantidad verdaderamente insostenible a medio plazo.
Es evidente que los ciudadanos no podemos dejar de movernos. Pero sí podemos tratar de hacerlo de la manera más sostenible posible. Como líder en soluciones sostenibles para este tipo de transporte, Thales sabe bien que eso tiene una implicación directa con un medio de transporte concreto: el ferrocarril. Así como las emisiones de todos los transportes han aumentado exponencialmente en las últimas décadas, las del ferrocarril han disminuido de forma espectacular, a pesar de haber aumentado en número de pasajeros y mercancías.
Tanto es así, que las mercancías que se transportan por ferrocarril son casi nueve veces menos contaminantes que las que se transportan por carretera. Una gran noticia si tenemos en cuenta que, a día de hoy, el sistema ferroviario europeo asume más del 11 % del transporte de todas las mercancías; y más del 8 % del tráfico de pasajeros. Pues bien, todo ello genera tan solo el 0,5 % de las emisiones de gases de efecto invernadero totales del transporte.
La razón de que el transporte ferroviario sea un transporte verde responde a varias razones. Para empezar, que más del 50% de la red europea de ferrocarril está electrificada. Muchos de los trenes que pasan por esa red emplean electricidad generada por energías renovables, lo que supone que las emisiones directas sean cero.
Pero hay otro motivo que está suponiendo una verdadera revolución: la aparición de tecnologías digitales innovadoras, en las que Thales trabaja cada día con el objetivo de mejorar el rendimiento y reducir las emisiones. Es interesante que recordemos que la digitalización permite explotar con mayor eficiencia las redes existentes, reduciendo la necesidad de crear una nueva infraestructura.
Uno de los ejemplos más evidentes viene de la señalización digital, en la que Thales es líder. Se utilizan para ello señales LED inteligentes y la detección digital de trenes, que reducen el consumo de energía de manera sorprendente: en una línea de 500 km, cambiar la señalización convencional a la digital puede reducir las emisiones de CO2 hasta en 10.000 toneladas durante la vida útil del sistema.
La Inteligencia Artificial (AI) es otro de las claves para este futuro de transporte más verde. Thales está desarrollando complejos sistemas que promueven una IA eco-responsable basada en el aprendizaje y el conocimiento de cara a consumir menos energía. Ahí se sitúa uno de los sistemas más revolucionarios de Thales: GreenSpeed™ o sistema de asesoramiento al conductor conectado.
La idea es la optimización de la velocidad del tren en todo momento para que no se produzcan alteraciones como reducciones bruscas de velocidad, paradas o acelerones con el fin de llegar en el momento justo a las estaciones, puntos de conexión o intersecciones. De ese modo siempre se cumplen las franjas horarias, con menos emisiones de Co2. No en vano, su objetivo real es la descarbonización de cara al 2030, mirando siempre hacia la comodidad, la puntualidad y la fiabilidad.
Los sistemas de gestión del tráfico (TMS) también están resultando ser una buena opción para hacer un ferrocarril más eco. De entre varias de sus ventajas, destaca la capacidad de mantener los trenes en circulación reduciendo al mínimo las paradas en señales y ramales, de forma que se ahorra energía y disminuyen las emisiones. Del mismo modo, las soluciones avanzadas del ETCS (European Train Control System) tienen un enorme potencial para aumentar el rendimiento operativo y la eficiencia energética. Un aumento de capacidad del 20 % en una línea de 500 km puede reducir las emisiones indirectas de CO2 en 200.000 toneladas anual.
Es remarcable que todas estas medidas no solo juegan a favor de la sostenibilidad, sino que además proporcionan a los pasajeros trenes más fiables, cómodos y fiables. Es decir, consiguen una mejor experiencia de viaje para los usuarios del transporte de ferrocarril. De este modo es posible que los ferrocarriles se conviertan en el medio de transporte rey, de modo que amplíen su presencia tanto en el tráfico de pasajeros como de mercancías. Y hoy sabemos que es posible.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Movilidad con Impacto – Cabify