La tecnología es una herramienta que genera opiniones encontradas: algunos la aman, mientras que otros la odian. A menudo, escuchamos o leemos sobre las maravillas de la tecnología y como esta herramienta está ayudando a mejorar los procesos en casi todos los sectores. Es innegable que estamos conviviendo cada vez más con ella. Entonces, ¿Por qué no iba a ser así con la asistencia y la atención para las personas?
Según expertos del Grupo Investigación MAD- Marketing Analítico y Digital de la Universidad de Sevilla, la tecnología es uno de los mayores creadores de ansiedad en las personas mayores. Su transformación constante y la falta de costumbre en su uso hace que la idea de meter tecnología en casa de adultos mayores genere algo de miedo y controversia.
Hablemos entonces de tecnología: ¿Cómo nos puede ayudar? ¿Qué es la teleasistencia? ¿Se adapta a las personas? Pues bien, lo primero que necesitamos ver es cual es el papel que queremos que la tecnología haga en los servicios asistenciales. Lo que nos interesa es que la tecnología nos ayude a que las tareas repetitivas se puedan “delegar” en la tecnología permitiendo a los asistentes realizar las tareas más especializadas y, por que no decirlo, como humanas. De esta forma la tecnología se convierte en el “chivato” de los procesos de asistencia.
¿Cómo podemos hacer eso? Aquí es donde entran los sistemas de domótica, los sensores y actuadores y los sistemas de aviso. A groso modo, los sistemas domóticos recogen la información del entorno, estos llevan esa información a las centralitas que organizan esa información que finalmente dará un resultado que puede ser en forma de aviso, de llamada, de alarma, de encendido de una luz, encendido de aspersores, etc.
Ponemos como ejemplo una alarma de incendios: En este sistema tenemos sensores que detectarán el humo, esta señal llega a la centralita y esta “saca como conclusión” que hay un incendio en la zona del sensor. La centralita pone a funcionar los rociadores de agua de esa zona y las colindantes.
En el caso de la teleasistencia lo que buscamos es que los distintos elementos tecnológicos nos informen del estado del entorno de la persona. Algunos ejemplos de esto son: sensores de inundación, humo, monóxido de carbono, caídas, aperturas de puertas y ventanas, temperaturas y humedad, etc. Estas acciones pueden desencadenar el aviso a un familiar, a una centralita o realizar una acción automática, todos estos hechos con el fin de apoyar a la persona que necesite la teleasistencia.
Está claro que la detección de una caída genera una llamada inmediata a un familiar, pero con estos sistemas podemos generar otros avisos que están más ligados al estilo de vida. Por ejemplo, podemos recibir alertas si la nevera no se ha abierto en 3 días, si el pastillero no se está abriendo todas las mañanas o si la temperatura es alta. Este tipo de alertas no requieren una acción inmediata del asistente, pero sí nos permite hacer una llamada para saber si está ocurriendo algo preocupante o para recordarle a la persona que deber encender el aire acondicionado para evitar la deshidratación.
De una manera más autónoma, también podríamos programar el encendido automático del aire acondicionado o hacer que un altavoz le recuerde a la persona cada cierto tiempo que debe de beber agua, confirmando que lo ha hecho con la apertura del grifo. Todo esto para garantizar y cuidar la calidad de vida de la persona.
Vemos entonces que la domótica y la teleasistencia se convierten en herramientas muy útiles y fáciles de utilizar que ayudan a la persona a estar más segura, cómoda y te garantiza una correcta calidad de vida, tanto de las personas de la tercera edad como de sus asistentes. Nos permite tomar medidas preventivas para mejorar los cuidados y permite a la persona usuaria mantener su sensación de autonomía manteniéndose segura.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Expo+Accesible 2023.