Este mes de octubre celebramos el Día Internacional contra el Cambio Climático, aunque el verbo más apropiado no es “celebrar”. La sostenibilidad es una necesidad económica y medioambiental, y nuestro deber como ciudadanos y profesionales es trabajar cada día para tomar decisiones que reduzcan nuestro impacto sobre el planeta. A medida que los recursos son cada vez más limitados, es lógico que los materiales se encarezcan y que las instituciones establezcan normativas que limiten los niveles de contaminación para garantizar un futuro próspero. En este sentido, el sector informático debe aprovechar sus oportunidades de optimización, que son esencialmente dos: la gestión del ciclo de vida y la eficiencia del consumo.
Cada vez más consumidores y empresas demandan procesos de reparación para alargar la vida útil de sus equipos, desviando la práctica del “desguace y sustitución” por una alternativa circular que aprovecha los recursos existentes. Este modelo prioriza el mantenimiento, la reutilización, el reacondicionamiento y el reciclaje, lo que permite dar una segunda vida a los dispositivos, rompiendo el concepto de obsolescencia programada. A diferencia del modelo lineal, los equipos reacondicionados evitan la producción de nuevos activos para que sus componentes y materiales puedan ser recuperados y reutilizados.
Esta tendencia es ya una realidad. Hace una década, las empresas renovaban sus equipos cada tres años, mientras que hoy muchas lo hacen cada cinco. Aun así, todavía queda mucho camino por recorrer y muchos residuos que evitar, ya que la vida útil de los dispositivos puede superar los diez años, según los fabricantes. En este sentido, según un informe de sostenibilidad de Capgemini, el 89% de las organizaciones reciclan menos del 10% de sus dispositivos informáticos. Para mejorar estas estadísticas, las empresas deben fijarse objetivos concretos para reducir su impacto climático, lo que requiere un equipo especializado o formado.
El mismo informe establece beneficios claros y relevantes para aquellas empresas que incorporan prácticas de TI sostenibles, más allá de las ventajas intrínsecas del cuidado del medio ambiente. Estas son un 12% más de satisfacción del cliente y una reducción de costes del 12%. De hecho, las unidades reacondicionadas pueden ser hasta un 60% más baratas que el hardware nuevo, estableciendo una doble optimización tanto de materiales como de inversión.
Por otro lado, las opciones técnicas pueden conducir a un consumo más sostenible. Ahora mismo, hay soluciones informáticas que garantizan un rendimiento idéntico, pero tienen una diferencia de dos dígitos en el consumo de energía. Por eso es tan importante comparar proveedores. Por ejemplo, Intel garantiza mejor rendimiento y mayor eficiencia energética que AMD. También encontramos el caso de la refrigeración líquida, un método de transferencia de calor más eficaz que un sistema mecánico que reduce los costes de funcionamiento y el impacto medioambiental. Esta elección, que promueve un uso más sostenible de los equipos, es relativamente sencilla de aplicar, y quizá no se tenga tanto en cuenta por desconocimiento. Al fin y al cabo, la clave está en elegir la solución que ofrezca la potencia necesaria para realizar el trabajo diario de forma satisfactoria, y no necesariamente optar por una gama superior que gaste más energía sin aportar mayor rendimiento.
En este sentido, la industria de la nube está a punto de emitir más CO2 que todas las aerolíneas juntas, por lo que transformar los centros de datos para hacerlos más sostenibles debería ser una prioridad para todos. Podemos quejarnos de esas grandes cajas negras que son los centros de datos, pero la única forma de librarnos de ellos es dejar de usar Internet, y eso no va a ocurrir. Así que el objetivo es fomentar las buenas prácticas entre las empresas optimizando el armario rack para que elijan la solución más respetuosa con el medio ambiente. Y aquí la clave es que el sector TI se alíe para crear un ecosistema donde nos eduquemos y aprendamos juntos. Porque solo el esfuerzo colectivo que apueste por el reciclaje y la eficiencia puede crear un impacto sustancial y duradero.
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