Muchas gracias por la invitación a participar en esta jornada que tiene lugar hoy en el IESE. Es un placer para mí volver a esta casa, de la que fui alumno, hace ya más de 30 años, durante un periodo importante de mi formación. He podido reencontrar a profesores de aquella época como el profesor Fontrodona, con el que hacía mucho que no nos reencontrábamos.
Digo un periodo importante de mi formación, donde, a parte de las técnicas de finanzas, de recursos humanos, de cómo vender productos, reflexionamos también un poco sobre qué es una empresa y sobre los valores humanos que tiene que tener siempre todo proyecto empresarial. Centrar la actividad de las empresas en las personas, no desgajarlas de lo que son las personas, sino poner las personas en el centro de la actividad empresarial.
Este es uno de los mensajes principales que yo saqué en los dos años que pasé aquí. Y eso es un poco lo que nos convoca hoy también aquí: ver cómo una empresa, más allá de, como decía Josep Santacreu, cumplir con la legislación vigente, hacer frente a sus obligaciones fiscales, cumplir con todos los requisitos legales, va un poco más allá y tiene también unos valores, aporta a la sociedad y busca excelencia, haciendo que todos los colectivos implicados salgan beneficiados.
Y esto es muy relevante. Generar prosperidad, que es lo que hacen las empresas, pero generarla no a cualquier precio ni, de cualquier manera, sino con unos valores. Y si esto es importante y si lo era hace 20 años, cuando empezasteis, quizá hoy lo es un poco más, porque vivimos en un contexto muy complicado, muy incierto en el mundo. El mundo está cambiando ante nuestros ojos y estamos viendo cambios impensables hace bien poco.
El viernes pasado tuvimos una secuencia con esa reunión en el despacho Oval de la Casa Blanca entre el señor Zelensky y el presidente de Estados Unidos. Después la reunión en Londres con los líderes europeos y el anuncio ayer de la presidenta de la Comisión Europea, muy relevante. Y hoy va a empezar un Consejo Europeo.
Cada día noticias nuevas, muchas de ellas imprevistas. Así que, permítanme que reflexione brevemente sobre lo que está ocurriendo en el mundo para llamar la atención sobre tres corrientes de fondo que me parece que son pertinentes también para la actividad empresarial.
¿Vamos a un mundo donde el poder es el poder de la fuerza? Como tengo fuerza, tomo la parte que me apetece tomar de Ucrania, o Taiwan, o Groenlandia, o del canal de Panamá. Porque tengo fuerza. ¿O vamos a un mundo, mejor dicho, permanecemos en un mundo, donde el poder es el de la razón y el argumento? Discutir en un foro multilateral de acuerdo con unas reglas acordadas por todos. ¿Vamos a un mundo donde un dólar tiene un voto o donde un ciudadano tiene un voto? ¿Qué influencia, qué peso tiene el dinero en las democracias? ¿Porque tengo dinero, doy donativos sin límite a una determinada formación política inclinando el campo de discusión? O es un mundo, una democracia, un régimen democrático, donde todos opinamos lo mismo con independencia de nuestro estatus, o de nuestro poder económico, o de nuestra posición en la vida en un momento determinado.
Y vamos a un mundo con una tecnología que siempre es fuente de progreso, así ha sido en la historia de la humanidad, también siempre puede usarse de forma equivocada. Pero siempre la tecnología nos ha dado respuestas a nuevos retos que teníamos. Vamos a un mundo donde la tecnología en particular, la tecnología de inteligencia artificial, que es la que estos días está siendo objeto de discusión. Particularmente en Barcelona, hemos tenido la oportunidad de tener un escaparate con empresas punteras y personas muy relevantes en este ámbito. La tecnología va a ser disruptiva, muy importante. ¿Esta tecnología va a estar al servicio del bien común, y por tanto va a dar cuenta y va a estar de alguna forma regulada por instituciones públicas en las que todos tenemos posibilidad de dar nuestra opinión mediante la decisión de los responsables de las instituciones públicas, o va a ser al revés, como algunos pretenden? ¿Vamos a poner instituciones públicas al servicio de algunos proyectos tecnológicos que se mueven con lógica privada y ni siquiera contemplan valores de responsabilidad social cooperativa como los que ustedes discuten hoy aquí? ¿Mundo de la fuerza de la razón? ¿Del dinero o la ciudadanía? ¿De la tecnología al servicio del bien común o de las instituciones al servicio de proyectos tecnológicos particulares?
Esas tres corrientes de fondo son las que estamos viendo estos días en discusión. ¿Cómo hemos de responder? ¿Volver a empezar? Yo creo que lo primero que tenemos que hacer es estar pendientes de lo que ocurre en el mundo, porque no nos quedamos aislados. Pero quizá, además de estar pendientes de lo que hacen otras instituciones y otros responsables políticos de lo que está ocurriendo, hemos de estar más pendientes de lo que vamos a hacer nosotros. Como empresarios, como directivos de empresas, ayer estaba en Henkel, una empresa con una actitud de responsabilidades social corporativas excelentes y con unos productos innovadores buenísimos.
Como directivos, como empresarios, como dirigentes políticos, como ciudadanos, ver lo que tenemos que hacer nosotros, cómo respondemos nosotros ante esto. Me parece que es un momento de afirmarnos como europeos, como un espacio público compartido de 500 millones de ciudadanos que es Europa, de afirmar nuestros valores. Estos valores los defino, y los intento aplicar en el ámbito de mi responsabilidad en Catalunya, como la generación de prosperidad compartida. No una prosperidad que llegue solo a unos pocos, y por tanto que deja gente detrás.
Dijeron ustedes que se está generando mucha prosperidad en Catalunya y en España, en la banda alta de los países de la OCDE, un 3,6% de crecimiento económico en términos de productividad que hubo el año pasado. Pero con esa prosperidad del 3,6% general del año pasado, la tasa de pobreza en Catalunya no ha bajado. No podemos generar prosperidad y no hacer que esta prosperidad sea compartida por todo el mundo. Compartida socialmente y compartida territorialmente. Hemos de estar atentos de que no se concentre esa prosperidad solamente, pongamos por caso en áreas metropolitanas, que llegue también en todo el conjunto del territorio, en este caso de Catalunya.
Un modelo de prosperidad compartida que es lo que intentamos hacer desde el Govern de la Generalitat Catalunya: mejorando infraestructuras, apostando decididamente por la energía renovable -en los últimos años no hemos estado a la altura de lo que Catalunya puede aportar en este ámbito-, asegurando las infraestructuras necesarias para que tengamos agua más allá de si llueve o no llueve, es un recurso necesario para generar prosperidad en Catalunya, simplificando que no desregulando. Cuidado con la desregulación. Simplificación, toda la que se quiera, y hay camino a recorrer aquí, mucho, es cierto, pero desreregular es otra cosa. Desregular es hacer que cada uno haga lo que quiera, y el mundo civilizado no va así. Simplificando la administración y fomentando la creación de talento, como se hace en particular aquí en el IESE y en el sistema de universidades públicas de Catalunya, y haciendo que ese talento encuentre aquí las condiciones para desarrollar todo su potencial. Eso es generar prosperidad. Eso podemos hacer desde el Gpvern de Catalunya para generar prosperidad.
Y para que sea compartida, políticas públicas con vocación de excelencia. La más cohesiva que hay en una sociedad como la nuestra, que es la sanitaria. Todo el mundo, con independencia de su condición económica o de su condición social, sabe que si tiene un problema sanitario es atendido con los mismos estándares en todas partes y con la mejor terapia disponible en el mundo a disposición de estas personas; con una educación de excelencia, con unos servicios sociales potentes, en particular estos días y estos meses trabajando para proporcionar vivienda asequible a todo el mundo. Es quizá el principal factor de iniquidad que tenemos ahora y garantizando que eso se pueda hacer en entornos de seguridad. La seguridad es también una preocupación importante que hemos de tener.
Generar prosperidad y hacer que esta prosperidad sea compartida. Esto es especialmente relevante porque vamos a tener que pedirles a los ciudadanos en Europa esfuerzos estos próximos años. Tendremos que cambiar cosas y para que una sociedad haga esfuerzos colectivos para garantizar su ámbito de seguridad para poder afirmar sus valores, la sociedad tiene que estar cohesionada. Todo el mundo tiene que sentirse parte de esta sociedad y tiene que estar cohesionado. Por tanto, me parece que cobra especial relevancia este mensaje de prosperidad compartida frente a otros modelos que yo respeto, pero no comparto, que yo llamo de acumulación insolidaria de prosperidad. Se generan en otras partes, en otras partes hay mucha prosperidad, pero se acumula a mi juicio de una forma insolidaria.
Y todo ello con una actitud de colaboración entre distintas administraciones, con la sociedad civil, que siempre es un factor de dinamismo para cualquier proyecto, una actitud de esfuerzo, de trabajo, de humildad, y una actitud nada arrogante.
Me parece también que es relevante hoy, lo ha dicho Josep Santacreu, y yo también lo quería hacer, mencionar a La Caixa, a la Fundación La Caixa, y a Criteria, que en el ámbito también de la responsabilidad, en un terreno efectivamente, digamos, no sencillo, que es el de las finanzas, han demostrado siempre una actitud socialmente responsable, lo quiero decir así. Su fundación arranca de ahí, es una entidad que se fundó en Catalunya a finales del XIX y principios del siglo XX, pues para justamente atender preocupaciones sociales de los trabajadores en aquel momento, en un contexto de industrialización, digamos, muy complicado.
Saben ustedes que ayer la Fundación La Caixa, mediante su patronato y Criteria, mediante su Consejo de Administración, decidieron retornar su sede a Catalunya. Es una buena noticia para Catalunya. El retorno de la Fundación La Caixa y de Criteria a Catalunya demuestra que es el momento de apostar por Catalunya. Permítanme que lance este mensaje. El retorno de la Fundación La Caixa y de Criteria demuestran que es el momento de apostar por Catalunya. Y demuestran también que la vía de los acuerdos y de la estabilidad son los mejores aliados para liderar modelos de prosperidad compartida. Y también, que nadie lo dude, una Catalunya a pleno rendimiento es buena para todos, para Catalunya y para España. Y yo, por tanto, también en este foro de empresarios, de dirigentes empresariales, también querría lanzar este mensaje.
Acabo com he començat, agraint que se m’hagi convidat a aquest acte, felicitant la feina feta, reconeixent el caràcter pioner que el Marcos o el Josep i molts dels que hi vau participar vau tenir, defensant uns moments en què era anar una mica contracorrent, segurament, els valors d’actuar des del món de l’empresa amb responsabilitat i sobretot demostrant en casos concrets que avui s’exposaran aquí que no només no és incompatible, sinó que és perfectament compatible i beneficiós generar prosperitat i fer-ho amb responsabilitat en vers societat. Agrair-vos la feina que esteu fent i dir-vos que podeu comptar amb el Govern de Catalunya i amb mi personalment pel que necessiteu.