El proyecto con el que en su día concurrimos a la I Convocatoria de Premios a la Innovación Social del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos se denomina “Atención farmacéutica a usuarios de un barrio desfavorecido”, consistente en el soporte profesional a Cáritas en las tareas de atención y seguimiento farmacológico y farmacoterapéutico que esta organización realiza en los barrios sevillanos de La Candelaria y La Blanca Paloma. Se trata de dos de los ámbitos urbanos con más desigualdades de Europa.
Muchos usuarios de Cáritas de los barrios mencionados disfrutan de la bonificación del copago de los medicamentos que les prescriben sus médicos, a cargo de esta organización asistencial de la Iglesia Católica.
Estas personas, mediante procedimientos debidamente acreditados, acuden a las farmacias del barrio que tienen acuerdos con Cáritas en este sentido para retirar sus medicamentos sin tener que abonar la parte del precio público que corre a cargo del usuario. Esos pequeños ahorros en el dinero out of pocket al que deben hacer frente estas personas suponen la posibilidad, en muchos casos, de poder estirar el presupuesto familiar de alimentación y llegar con menos apuros a fin de mes.
El punto de intervención de nuestro proyecto incide precisamente en el hecho obligadamente formalista de la bonificación del copago: el usuario debe acudir a Cáritas para gestionar la validación de esa ayuda. Nosotros aprovechamos esa ocasión para transformar esa circunstancia burocrática en una oportunidad de intervención en salud desde las competencias propias del profesional farmacéutico.
El contacto directo con los usuarios de Cáritas nos permite a los farmacéuticos implicados en el proyecto realizar mediciones de parámetros metabólicos, realizar seguimiento de la polimedicación a la que en numerosas ocasiones están sometidos estos pacientes, etcétera. Todo ello de manera coordinada con el centro de Atención Primaria del Servicio Andaluz de Salud de la zona y con las farmacias del barrio implicadas en la gestión de la bonificación del copago.
Asimismo, en este contexto emerge, como no podría ser de otra manera, con toda su fuerza, la dimensión comunitaria del cuidado de la salud, en la que, de nuevo, el farmacéutico tiene mucho que decir, de la mano de otros profesionales y saberes que concurren en el escenario cotidiano, familiar, social y ambiental, de estas comunidades especialmente maltratadas por la desigualdad.
De ahí que a nuestro proyecto estemos incorporando ahora perspectivas de apoyo y dinamización personal y colectiva que van mucho más allá de la propia oficina de farmacia, con la concurrencia colaborativa de voluntarios de Cáritas, tejido asociativo de estos barrios, líderes sociales informales, el propio equipo parroquial Blanca Paloma – Candelaria, etcétera.
En el proyecto, todos nos sabemos inmersos en un viaje apasionante hacia ese territorio desconocido de la innovación social, de esas prácticas, actitudes y valores que emergen de toda comunidad que se plantea a sí misma interrogantes a los que, desgraciadamente, la sociedad ni sus instituciones han sabido dar respuesta. No sabemos qué destino aguarda a nuestro proyecto, ni hacia dónde apuntan con certeza sus líneas de expansión. Pero sí tenemos claro que para nosotros supone una verdadera fuente de sentido como profesionales sanitarios y como seres humanos.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables “Premios a la Innovación Social: Farmacéuticos y ODS”, en colaboración con el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF).