En un mundo cada vez más preocupado por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la escasez de recursos naturales, la adopción de prácticas agrícolas sostenibles se ha vuelto una necesidad imperante para nuestra sociedad. En este contexto la agricultura regenerativa ha surgido como una alternativa prometedora para enfrentar estos desafíos, ofreciendo soluciones que buscan equilibrar la producción de alimentos con la protección del medio ambiente.
La agricultura regenerativa se basa en principios fundamentales que promueven la conservación de los recursos naturales, la protección del suelo y del agua, la reducción de la dependencia de los agroquímicos y la promoción de la biodiversidad. Estos pilares se traducen en una serie de prácticas innovadoras que contribuyen a mejorar la eficiencia y la resiliencia de los sistemas agrícolas, minimizando su impacto ambiental.
Con este gran desafío por delante, desde Unilever, a través de nuestra marca internacional de alimentación Knorr, decidimos tener un papel muy activo actuando desde la raíz: en la actualidad Knorr dispone de 50 proyectos globales de agricultura regenerativa en todo el mundo y, desde Unilever España, también hemos podido desarrollar el nuestro propio en los campos de cultivo de tomate sostenible junto al grupo extremeño Conesa en Badajoz.
Este proyecto RSC es pionero en Europa en la lucha contra el cambio climático y cuenta con el objetivo de velar por la salud alimentaria, la protección de la naturaleza y, en consecuencia, un futuro sostenible. En su desarrollo e implementación se ha conseguido reducir considerablemente el uso de fertilizantes sintéticos en las hectáreas que ocupan los campos para reducir las emisiones de CO2, y mejorar la salud del suelo, formando a los agricultores gracias a la colaboración de Knorr con el Grupo Conesa. Además del uso de fertilizantes orgánicos, ambas compañías nos hemos comprometido a mejorar la biodiversidad del terreno plantando flora nativa, así como introducir sistemas de irrigación más eficientes en los campos de tomate de Agraz, propiedad del grupo extremeño.
De la inversión de este tipo de proyectos podemos sacar en conclusión que de esta manera estamos invirtiendo en el futuro de nuestro planeta, asegurando la disponibilidad de alimentos nutritivos, la conservación de los ecosistemas y la calidad de vida de las comunidades rurales. La agricultura regenerativa es mucho más que una simple tendencia; es una respuesta urgente a los desafíos ambientales y sociales que enfrentamos.
Es necesario que gobiernos, organizaciones y agricultores se comprometan con la transición hacia la agricultura regenerativa, brindando apoyo económico, capacitación y acceso a tecnologías adecuadas. Además, también es fundamental que los propios consumidores se sumen a este cambio, optando por productos agrícolas certificados como sostenibles y promoviendo un consumo responsable. Es hora de tomar acción ahora y promover la agricultura regenerativa como el camino a seguir.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: 8º Aniversario de los ODS, en colaboración con Metrovacesa.