Como ocurre con todas las tendencias, la Inteligencia Artificial (IA) no es ajena a los peligros que conllevan su mal uso. Esta reflexión se puede llevar a casi cualquier ámbito de actuación o disciplina: las tecnologías por sí mismas no son negativas o positivas y todo dependerá del uso que hagamos de ellas. Se trata más de un debate ético que científico, porque la IA trae consigo importantes avances en ciencias tan dispares como la medicina, la matemática o la educación, por poner algunos ejemplos. Y, en el caso que nos afecta directamente a nosotros, en el de la sostenibilidad y su acción positiva que puede acarrear para combatir el cambio climático.
Desde un punto de vista empresarial, un buen uso de la Inteligencia Artificial es positivo porque ayuda a pequeñas y medianas empresas a competir con grandes compañías. Agiliza procesos, multiplica tareas y permite el desarrollo de la creatividad entre los empleados. Es cierto que se abre un debate en relación con la pérdida de puestos de trabajo y no deja de ser doloroso para ciertos puestos de trabajo que dejarán de existir. Pero no es menos cierto que todos los avances de la humanidad han ido acompañados con la transformación de estos puestos laborales y la creación de nuevos que, hoy en día, todavía no imaginamos. Es por ello que el reto que tienen las compañías es el adaptarse y utilizar estas nuevas tecnologías como ventaja competitiva.
En lo que respecta a nuestra actividad y como ejemplo de los buenos usos que se pueden aplicar gracias a esta tecnología, hemos desarrollado una Inteligencia Artificial generativa que está educada para ayudar a las empresas a poner en marcha planes de descarbonización de una forma ágil y menos costosa en tiempo y en dinero para las empresas.
Ciertamente, las empresas europeas tienen por delante un reto enorme para adaptarse a las exigencias europeas en cuanto a los objetivos de sostenibilidad. A partir del 1 de enero de 2024, las empresas de la UE de más de 250 trabajadores, con más de 40 millones de euros de facturación o que tengan más de 20 millones de euros en activos están obligadas a desarrollar estos planes de medición, reducción y certificación de su huella de carbono. Esto implica al 75% de la actividad económica europea. Pero dentro de poco, incluso las pequeñas empresas deberán poner en marcha estos planes.
Entonces, ¿cómo ayuda la IA en este proceso? Desde Manglai somos conscientes de la brecha que puede generar esta exigencia normativa entre las grandes compañías, que cuentan con presupuestos y personal especializado en materia de sostenibilidad, y las pymes, que carecen de recursos económicos y humanos. Aquí es donde entra en juego la Inteligencia Artificial para igualar las condiciones, gracias a la simplificación de los procesos y del tiempo necesario para cumplir con los objetivos europeos.
Y ¿cuál es nuestra visión sobre el uso de la Inteligencia Artificial? Nuestra propuesta puesta no solo tiene que ver con el desarrollo tecnológico de la IA, sino también en su enfoque ético y responsable. El crecimiento de esta tecnología es imparable, pero estamos en el momento preciso para determinar los usos responsables de la misma. Es fundamental que las empresas sigan principios éticos claros, lo que incluye la transparencia en el funcionamiento de los algoritmos, la supervisión humana para evitar errores y sesgos, y la garantía de que los datos utilizados están protegidos y se manejan de manera confidencial.
El uso ético de la IA es esencial para maximizar sus beneficios y minimizar sus riesgos. Desde nuestra posición como desarrolladores de una IA destinada a acercar a las empresas a la sostenibilidad y a la reducción de la huella de carbono, creemos fundamental que exista un marco normativo que regule sus usos, también animamos al sector privado a tener esa visión estratégica y de futuro sobre los enormes beneficios que puede acarrear esta tecnología siempre y cuando se respeten cuestiones individuales como la privacidad y no se emplee para un uso fraudulento.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Por una IA Responsable, junto a Esade y Fundación SERES