Las empresas que hacen lo anterior tienen departamentos dedicados a la RSC y elaboran memorias en las que presumen de sus actividades. En las memorias que presentan se cree que hay más ruido que nueces y que tienen mucho de cosmética y de “puro marketing”. Sus políticas de RSC suenan a “música celestial”.
Lamentablemente sigue habiendo mucha música celestial en el funcionamiento de las organizaciones empresariales y políticas. Hay un enorme gap entre lo que “debería ser la RSC” y “lo que realmente es”.
La solución no pasa por desprestigiarla aún más sino por contribuir a que sirva, realmente, para impulsar comportamientos responsables. Para trasladarla a la gestión y aplicarla. Para denunciar a quien utiliza algunas acciones caritativas como tapadera de otras acciones irresponsables.
Dice el cardenal Amigo que las organizaciones, antes que dar caritativamente de lo que les sobra, deben dar, a cada uno de sus grupos de interés, lo que en justicia les corresponde.
Por ahí van los tiros. Y a eso es a lo que hay que apelar para dar forma a una sociedad más justa y solidaria.
La clave de la RSC está en centrarla no en la distribución del beneficio sino en la generación del mismo. Con atención no solo en lo que se consigue sino también en cómo se consigue.
Este principio es aplicable no solo a las empresas sino también a cualquier otra organización pública o privada: administraciones, partidos políticos, sindicatos, ONG, asociaciones de consumidores, instituciones religiosas, universidades…
RAZONES PARA APOSTAR POR LA RSC
Vivimos en una sociedad compleja y en un contexto caracterizado por la necesidad de superar una crisis que está afectando, hasta el tuétano, a muchas personas con nombres y apellidos.
En ese contexto lo que algunos interpretan como crisis de civilización otros lo ven con la esperanza de que puede emerger un nuevo orden mundial.
Pensando en futuro lo realmente importante es levantar la visera, otear el horizonte y ser capaces de identificar tanto los valores emergentes como los que deberían emerger. Aquellos valores que contribuyan a crear y consolidar una sociedad más responsable, justa y solidaria.
Emergen voces que apelan a la necesidad de anteponer la ética, los valores y los principios. En la práctica consiste en aplicar la regla de Freeman o de Ben, Emma y Molly. Son los nombres de sus tres hijos. Y la regla es la siguiente: al final del día debo poder ir a casa y decirles a Ben, Emma y Molly “dejadme que os cuente lo que hice hoy, de lo cual me siento orgulloso y de lo que quiero que aprendáis”.
¿QUÉ ES ESO DE LA ÉTICA?
En las últimas décadas la codicia se hizo políticamente correcta. La alternativa para construir una nueva sociedad pasa por buscar un código ético común y reconocer que la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento.
Pero ¿qué es eso de la ética?
Para muchos gestores empresariales la ética es un añadido en las conductas ordinarias pero sin mezclarse con ellas. Algo así como practicar la filantropía para repartir unos beneficios que han podido obtenerse mediante unos procedimientos ni limpios ni transparentes.
Para los gestores de muchas Organizaciones la ética es considerada como un asunto de “valores personales”, en lugar de considerarse como un conjunto de principios universales o de criterios objetivos. Y por eso mismo suelen mantener la ética al margen de la toma de las decisiones profesionales.
Pues no, ¡no es eso!
Tampoco es un conjunto de normas a cumplir, que frenan la iniciativa de la empresa y dificultan la consecución de sus objetivos.
La ética no es un coste que se impone desde fuera y que no hay más remedio que soportar.
Tampoco es ninguna garantía de que todo va a ir bien y de que se van a obtener unos beneficios económicos excelentes. De hecho la rentabilidad del narcotráfico probablemente sea mucho más alta que la de cualquier otro negocio honrado.
La ética de una Organización debe ser algo interno, consustancial a sus fines y su actividad. No es un añadido, ni la guinda del pastel, sino un enfoque transversal que impregna toda la gestión, de forma que todo lo que se hace tiene en cuenta las consecuencias de las decisiones.
La ética en el funcionamiento de una Organización es lo que le permite ganarse la confianza de las personas, los grupos humanos, las instituciones y la sociedad con la que se interrelaciona.
Una actuación ética es, finalmente, el estilo de gestión que permite dormir con la conciencia tranquila y decir como Abraham Lincoln “deseo gobernar de tal manera que al final de mi mandato, cuando muchos de los que me rodean se hayan ido, me quede al menos un amigo dentro de mí”.
RESPONSABLES POR CONCIENCIA O POR CONVENIENCIA
Muchos gestores empresariales asumen compromisos de RSC por conveniencia, ante las circunstancias que la rodean y los factores que la impulsan. Lo hacen sabedores de que, en la sociedad actual, decir que hay un comportamiento ético vende.
El riesgo es que haya una manipulación de la ética.
Los que lo hagan corren el grave riesgo de que se les vea el plumero, les salgan los tiros por la culata y se produzca un impacto negativo en la imagen de su empresa.
No me parece mal la aproximación a la RSC por conveniencia. En un juego win&win en el que se busca tanto el bien común como el que la Organización que la ejerce sea percibida como responsable. Pero ¡siéndolo realmente!
El anterior es un enfoque que nada tiene que ver con la aproximación puramente estética a la RSC. Con esa que se caracteriza por decir que se es responsable, sin serlo realmente. Porque esa RSC es una commodity, incapaz de producir ningún impacto relevante.
La aproximación puramente ética tiene el inconveniente, para muchas Organizaciones, de ser descalificada como ingenua o utópica.
El modelo de RSC que muchas Organizaciones están desarrollando parte del principio de que bien gestionada se puede convertir en una palanca fundamental para generar ventajas competitivas. Ello la hace conveniente y hasta imprescindible.
Lo ideal es apostar por la conveniencia y la conciencia juntas, como el café con leche.
EL ROL DE LA SOCIEDAD CIVIL
En la sociedad compleja que nos ha tocado vivir hay argumentos tanto para los derrotistas como para los que están convencidos de que hay un horizonte esperanzador.
Es cierto que en el entorno de la empresa, la política, las instituciones etc. hay muchas cosas que no funcionan. Tenemos motivos para indignarnos. Pero no podemos esperar que la solución venga de “los otros”.
La clave para que las distintas Organizaciones actúen responsablemente pasa por una sociedad civil crítica y una ciudadanía activa, participativa y responsable. Y ese desafío no es ajeno a nadie sino que todos estamos en el mismo barco.
Es un reto con un profundo sentido ético. Porque el bienestar moral del mundo no puede garantizarse solamente a través de las estructuras sociales sino que se precisa, también, el ejercicio ético de cada persona. Una ética que interpela a mi responsabilidad social como ciudadano, como empleado, como consumidor, como inversor y como administrado. ¡Bonito y desafiante reto!