En septiembre de 2019, una neblina tóxica de color rojizo cubrió el cielo de la ciudad de Jambi (Indonesia). El cielo ya no era azul, sino brumoso y cobre. Cualquiera que viera las fotos podría pensar que están inspiradas en el planeta Marte, aunque, efectivamente, se trataba de nuestro planeta. Parece ser que las responsables de este crítico fenómeno fueron las masivas quemas de árboles alrededor del territorio, de las cuales la mayoría eran destinadas al cultivo para aceite de palma.
Responsabilizar a alguien en particular de esto resulta imposible, pues están involucradas las tres instituciones que organizan nuestra sociedad: el sector privado, el sector público y la ciudadanía. Esto supone que, para evitar graves sucesos como el de Jambi, sea necesario la acción colaborativa. Es por ello por lo que consideramos la crisis climática como un problema sistémico. Es un desafío cuya solución no corresponde a un individuo o institución concreta, sino que requiere la actuación de todos los agentes de nuestra comunidad.
¿Quién debe ir primero en actuar? ¿El consumidor, la empresa o las instituciones públicas? Definitivamente, las tres a la vez. Sin embargo, actualmente la coordinación de estas tres instituciones es uno de los mayores retos. Para acelerar la transformación, es crucial que cada persona o entidad tomé las riendas del cambio de manera activa.
Como primera cadena de supermercados ecológicos B Corp de Europa, en Veritas tenemos claro cuál es nuestra responsabilidad hacia la sociedad. El sector alimentario es considerado como una de las industrias con más emisiones del mundo. Además, el exponencial crecimiento de la población mundial nos lleva a un triple desafío: una mayor producción de alimentos; que requiere un modelo sostenible; pero que además radique el desperdicio alimentario. Una vez analizado el ecosistema del problema, viene la pregunta: ¿Y qué puede hacer la empresa?
El propósito constituye el epicentro del impacto. Sin él, no existe ruta hacia el cambio. Veritas nació hace 20 años para proporcionar una alimentación ecológica, saludable y sostenible a todas las personas. A partir de ahí, el activismo se vuelve el ADN empresarial.
Acercar el modelo ecológico implica, sin lugar a dudas, crear una comunidad hacia el cambio de la mano de nuestros proveedores. Sin trabajo colaborativo entre agricultores y proveedores no es posible la transformación hacia un modelo sostenible. Promover buenas prácticas de cultivo, proponer un packaging más responsable y fomentar la proximidad local forma parte de nuestro compromiso con nuestros agricultores y proveedores.
En 2016, tras la implementación de energía 100% renovable en todas nuestras instalaciones, no hemos parado de trabajar de cara a la neutralización de carbono. Desde entonces, las mejoras logísticas y el control de emisiones de gases refrigerantes nos han llevado a reducir nuestra huella de carbono un 50% desde el 2015 y a estar a un paso de conseguir el objetivo que la Unión Europea marca para 2030: reducir un 55% las emisiones de gases de efecto invernadero.
Por último, la justicia climática debe coexistir junto a la justicia social. De ese modo, destinamos los excedentes de productos generados por nuestras tiendas a entidades sociales locales, y ofrecemos productos con proyectos de impacto positivo.
Aunque estas son algunas de las iniciativas que llevamos a cabo, el camino que queda por recorrer es todavía largo. Sin embargo, es el propósito el que hace que el esfuerzo transforme en energía para seguir promoviendo el cambio. Tomando las riendas como individuos y como comunidad, seguiremos actuando para que cuando todas las personas miren hacia arriba, vean el cielo de color azul y claro.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día del Medio Ambiente