En los últimos cinco años, la responsabilidad social empresarial en España ha seguido convergiendo a gran velocidad con la de los países de nuestro entorno, y hoy la equiparación entre RSE y acción social –tan frecuente en nuestro país durante mucho tiempo– es más la excepción que la norma. Esa transición ha consistido en una toma de conciencia por parte de muchas empresas de que ser verdaderamente responsables requiere una visión holística sobre cuál es su papel en la sociedad y en qué colectivos y ámbitos impacta.
En Viesgo, el cambio de marca que llevamos a cabo en 2015 nos dió una oportunidad única de revisar nuestros valores, que desde entonces han sido la excelencia, la innovación, el liderazgo y la responsabilidad. La elección de este último fue asociada a una revisión a fondo de qué significa ser una empresa energética responsable en el siglo XXI, y, sobre todo, tras la crisis iniciada en 2008.
Fruto de esa reflexión, hoy la RSE de Viesgo tiene por pilares la preservación y protección de la salud y del medio ambiente y la lucha contra la exclusión social de las personas y colectivos más vulnerables, aplicando para ello la innovación como herramienta base de actuación.
Los consumidores son cada vez más sensibles en sus decisiones de compra a la dimensión social de las empresas con las que se relacionan, de modo que la RSE ha dejado de ser un activo meramente reputacional para convertirse en un auténtico vector de negocio. Establecer una relación de confianza con nuestros stakeholders es prioritario.
En el caso de Viesgo, ese cambio en la conducta de los consumidores, que percibimos a diario en la relación con nuestros más de 730.000 clientes, discurre en paralelo a dos factores más: por un lado, nuestra decisión de colocar al cliente en el centro de nuestra gestión, que ha vuelto doblemente prioritario para nosotros contribuir al bienestar y progreso de quienes confían en Viesgo; y, por otro, la consideración especial que merece la pobreza energética para nuestra compañía. Sobre este último aspecto, en los últimos años hemos lanzado diversas iniciativas, siendo la más innovadora el programa Ayuda Viesgo, en virtud del cual asumimos el coste fijo de la factura de la luz de alrededor de 1.450 familias en situación de desempleo. También hemos suscrito acuerdos de pobreza energética con varios gobiernos autonómicos, y formalizado un convenio con Cáritas España para establecer un fondo económico que garantice el acceso a la energía de los colectivos más vulnerables.
Dar a conocer esas y otras iniciativas de RSE nos ha enseñado que comunicar la dimensión social de una compañía es caminar por la fina línea que separa el ejercicio de la responsabilidad del de la autopromoción.
En este sentido, creemos que las compañías que, como Viesgo, ocupan posiciones de liderazgo en sus sectores y zonas de influencia, tienen que ser responsables también en la comunicación de su RSE, evitando la frivolidad, siendo muy neutros y pedagógicos al tratar temas sociales y preservando la privacidad de los beneficiarios de sus programas.
Esas han sido algunas de las guías de nuestra estrategia de comunicación de la RSE en los últimos años, así como las encuestas en las que pulsamos cómo nos ven no sólo nuestros clientes sino stakeholders tan importantes como nuestros más de 1.000 trabajadores. Dichas encuestas apuntan a que cada vez se nos percibe más como una compañía de confianza y cercana y, por lo tanto, que atiende también a lo que le interesa (deporte, cultura…) y preocupa (pobreza energética).
A futuro debemos trabajar en reportar siguiendo las tendencias como la Global Reporting Initiative (GRI), que dan cada vez más importancia a los aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo de las empresas e incluirlos de manera natural en nuestra comunicación, combinando los resultados económicos con los resultados de contribución al bienestar y a la sostenibilidad al mismo nivel y que así sea percibido por nuestros grupos de interés.
*Contenido publicado previamente en la Revista Corresponsables 50