La empresa del futuro es sostenible, o no será. Y no se trata de una moda. Integrar la sostenibilidad o asuntos ESG en el diseño y gestión de la estrategia en las organizaciones es un requerimiento cada vez mayor por parte de los clientes o consumidores, pero lo es también por parte del regulador y de los inversores, que exigen estrategias y resultados concretos en esta materia, más allá de resultados económicos o puramente de negocio.
Las recomendaciones de la CNMV, la Ley de Cambio Climático y Transformación Energética o el Green Deal de la UE son solo algunos ejemplos que evidencian un inminente desarrollo normativo que impactará fuertemente en todos sectores y que se hace ya palpable en sectores hasta ahora no tan regulados como la banca o el sector energético, en concreto el textil está en el punto de mira y va a tener que realizar muchos cambios.
Dar respuesta a estas exigencias por parte de los distintos stakeholders implica desarrollar estrategias y una cultura de sostenibilidad que sea permeable a toda la organización, comenzando por la alta dirección, con foco en los departamentos y áreas de sostenibilidad de las compañías y extensible a cada departamento y empleado.
Esta meta tiene como punto de partida las áreas de sostenibilidad de las empresas, equipos aún reducidos en la mayoría de los casos, pero a quienes se les exige tener una visión estratégica y transversal de la compañía, dar servicio a una multitud de departamentos, estar al día en regulación y competencias técnicas, contar con métricas robustas y periódicas, equilibrar la doble materialidad entre negocio e impacto, gestionar los riesgos asociados y, en última instancia, ser capaces de reportar a todos los stakeholders, y sobre todo a los accionistas, los resultados de las acciones en materia de sostenibilidad y su impacto en la sociedad y el medioambiente.
Uno de los escollos al que se enfrenta a diario el equipo de sostenibilidad de las grandes compañías es precisamente la falta de herramientas para realizar el reporte bien el regulador, los accionistas, públicos internos o la ciudadanía en general.
Una cuestión que no es baladí, y que es cada vez más relevante, no solo por la necesidad del reporte en sí, sino también y cada vez más importante para luchar contra el ecoblanqueo o greenwashing.
El reciente Pacto Verde Europeo de marzo de 2022 hace hincapié en esta cuestión, favoreciendo no solo unas mejores prácticas de gestión basadas en datos fehacientes y realistas, sino también una mayor transparencia. Por este motivo, es necesario que estos departamentos cuenten con herramientas y se digitalicen, para simplificar el trabajo de reporte y comunicación con otros departamentos. Además, no tengamos solo en cuenta el bien preciado del tiempo, sino también la calidad de la información que otorgan las herramientas digitales, evitando duplicidades, contenido no estructurado o mal enfocado.
La transformación digital para los departamentos de sostenibilidad puede ayudar a dar respuesta a estas crecientes exigencias y permitirles automatizar las tareas de menor valor añadido para poder poner el foco en tareas que realmente permitan a la empresa avanzar, como crear lazos transversales con otros departamentos, asesoramiento, gestión de riesgos y detección de oportunidades y, en definitiva, ser esos departamentos de apoyo estratégico que se espera que sean.
Una herramienta como Syrah, desarrollada para facilitar la consolidación de los datos y que permite el seguimiento y reporte de las acciones de la empresa en función de su impacto en los ODS, es un claro ejemplo de que dar un paso adelante es posible.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: 7º aniversario de los ODS, junto a T-Systems y Villafañe&Asociados