”Natalia, Polina y Katerina llegaron a Moldavia después de la gran explosión en su ciudad. Recuerdo que cada vez que cerraba la enorme puerta del edificio y resonaba un fuerte ruido, las niñas temblaban de miedo”, cuenta Maria Boico, coordinadora local del Centro Educațional Grătiești. Sin trabajo ni ayuda económica, Natalia luchaba por mantener a sus dos hijas. Al cabo de unos meses, en septiembre, la madre fue contratada como educadora en el Centro Grătiești, donde ahora imparte clases de manualidades dos veces por semana.
“Mis hijas echaban de menos relacionarse con niños de su edad. Pasan horas delante del ordenador cada día para sus clases online. Debido a los cortes de electricidad en Ucrania, el programa escolar se interrumpía con frecuencia, lo que las obligaba a estudiar la mayor parte del tiempo de forma independiente”, recuerda Natalia.
En septiembre de 2022, Polina y Katerina se incorporaron a las actividades de artesanía y a las clases de inglés del centro. “Después de media jornada de estudio, vengo al centro para relajarme y disfrutar de las aficiones y pasiones que me gustan: los idiomas y las artes”, dice Polina con un brillo en sus ojos castaños.
Artesanía basada en el reciclaje
Moldavia es uno de los países más pobres de Europa que ahora acoge a miles de personas que huyen de la guerra en Ucrania. Los recursos son limitados pero la imaginación es infinita y aquí es dónde entra en juego el reciclaje, y es que siempre es buen momento para darle una segunda vida a los que utilizamos.
“Mis cursos favoritos son las clases de inglés y la elaboración de manualidades. Como cada semana creamos un nuevo objeto de arte con materiales reciclados, la experiencia enriquece mi creatividad. Me producen una gran satisfacción, ya que he invertido tiempo, dedicación y amor en crearlos”, añade la niña de 13 años.
Este lunes, trabajan intensamente en un colorido tarro decorativo en el que luego guardarán sus bolígrafos y lápices de colores. Natalia supervisa pacientemente los progresos de los niños en la meticulosa decoración del tarro. Cuando el reloj marca las cuatro, todos están aún más concentrados y decididos a terminar el trabajo.
“Trabajo en muchas actividades que les encantan a los niños y las niñas. Un día, hicieron ositos de peluche de fieltro, pegándoles sus diminutos ojos, nariz y orejas marrones. Mientras abrazaban a su osito recién hecho, sus caras de alegría rebosaban entusiasmo”, recuerda Boico.
Los niños y las niñas siempre se las arreglan para llevarse bien
Además de la escasez de contactos sociales, las niñas se enfrentaban a barreras lingüísticas. “Polina y Katerina no hablaban rumano, y la comunicación generaba algunas limitaciones. Asistieron a clases de rumano impartidas en el centro y practicaron con los lugareños. Seis meses después, la mejora es evidente”, subraya su madre. “Por mucho que creas que existe una barrera lingüística, los niños siempre consiguen llevarse bien”.
Estos proyectos, que se centran en alimentar la creatividad y la imaginación a través del reciclaje, forman parte del Proyecto de Servicios Integrados de Emergencia y Protección Infantil para niños Refugiados Ucranianos y de la Comunidad de Acogida en Moldavia. Las importantes habilidades que aprenden en estas sesiones incluyen la comunicación, la colaboración y la cooperación, proporcionando una salida significativa e imaginativa para su tiempo libre.
Los sueños de los niños que ninguna guerra puede detener
“Mi sueño es ser psicóloga. Tengo curiosidad por saber por qué nuestro cerebro funciona como lo hace, por qué nuestra salud mental está relacionada con todas las enfermedades posteriores. Me fascina estudiar e investigar la mente humana”, concluye Polina, compartiendo su ambicioso objetivo en la vida.
Como parte de la Respuesta a la Crisis en Ucrania, World Vision ha proporcionado a 232.249 niños y niñas educación, protección, seguridad alimentaria, WASH (Agua, Saneamiento e Higiene), artículos no alimentarios y programas de dinero en efectivo.
El Informe de Protección Infantil de World Vision reveló que 36.000 de los 140.000 niños que se calcula que entraron en Moldavia durante la primera oleada de ucranianos en busca de asilo siguen en el país. Hasta la fecha, más de 27.991 niños y niñas se han beneficiado de los programas de educación formal y no formal de World Vision en Georgia, Moldavia, Rumanía y Ucrania.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial del Reciclaje.