¿Cómo cubrimos nuestras necesidades de hoy sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones? En Fundación La Calera nos preguntamos eso todos los días, existimos para pensar en esa pregunta desde un enfoque socioconstructivista, empático e innovador. A través de lo que llamamos “proyectos educativos, con enfoque comunitario”, facilitamos plataformas de aprendizaje experiencial en las cuales, la situación significativa que trabajamos en espacios diseñados para pensar y actuar colectivamente, es tan sencilla, como potente a la vez: “¿Qué significa crecer juntos?”.
Lideres comunitarios, docentes, autoridades, padres de familia, colaboradores, proveedores, productores locales, entre otros actores, se integran, se reconocen y colaboran para crecer juntos, de forma sostenible, dándole forma a la respuesta para la interrogante que no deja de plantearse y que nos facilita cada vez una visión más clara del valor del esfuerzo colectivo para crecer en bienestar.
En esos espacios, que venimos desarrollando ya desde hace algunos años, y con mayor énfasis desde la pandemia y crisis diversas por las que atravesamos actualmente, un gran reto al que la sostenibilidad se enfrenta es sin duda, la crisis energética y alimentaria, así como la alfabetización digital confiable, de la mano con el acceso al agua y a conocimiento técnico que necesita llegar a la zona más alejada del planeta de manera responsable y respetuosa con el entorno que nos rodea.
La interdependencia es una característica inevitable de la globalización, que abre puertas a oportunidades de verdadero crecimiento…para todos? Depende que tan preparados y enfocados estemos para cubrir necesidades de hoy, sin poner en riesgo las del mañana. Y eso tiene mucho que ver con la existencia de grupos vulnerables a nuestro alrededor que no acceden a oportunidades por no llegar a las condiciones mínimas de bienestar. ¿Quién se hace cargo? ¿De qué manera?
La educación es el eslabón clave, que puede generar una bola de nieve de beneficios y desarrollo a través de un sistema social atento, que identifica el talento, que piensa en soluciones a problemas reales desde la primera infancia, que conecta a las personas con lo que les rodea, y en esta realidad que nos toca vivir de post pandemia, nos damos cuenta del riesgo en el que nuestro país se encuentra por esa carencia de sistema social que mire, valide y promueva el talento local para hacer crecer las comunidades de adentro hacia afuera, con un componente potente de valores ciudadanos centrados en cultivar un “mindset” emprendedor, empático y sostenible en todo el sentido de la palabra.
El reto es el trabajo en equipo, articulado de corazón a corazón, entre el estado, las empresas y los lideres comunitarios. La debilidad institucional que sufre nuestro país se refleja en la falta de equipos empoderados y fortalecidos en las localidades más alejadas para gestionar su riqueza de manera sostenible, con vocación de servicio y continuidad en el tiempo. La descentralización, que es clave, se dificulta porque los equipos locales no están preparados y dependen de un aparato central del estado, o de la empresa, que dificulta la agilidad de procesos y tomas de decisiones colectivas, transparentes, eficaces y que promuevan la sostenibilidad como cultura ciudadana, urbana y rural.
El reto está en la inclusión, en la formalidad, que nos conecta en un sistema que comparte información que beneficia a todos. La formalidad debe ser una experiencia agradable, no atemorizante; pero a la vez, el valor del emprendimiento debe motivar a los peruanos a lucharla, sudarla, intentarla una y mil veces hasta que salga, cumplir procesos a tiempo, medir resultados. En ese sentido, podemos observar a través de los programas que insertamos en la comunidad en donde operamos, que el reconocimiento al esfuerzo es importante como gatillador del compromiso.
El reto, más que tomar conciencia que la agenda común para el desarrollo sostenible nos compete a todos; está en despertar esa conciencia colectiva en cada colaborador, aliado y beneficiario que interactúa con nosotros, alineando nuestros planes, compartiendo experiencias, sumando esfuerzos.
Los gremios ya entienden el concepto; y ¿cómo se asume?, es importante entender que la línea que divide el rol de la empresa y el rol del estado es, creo yo, cada vez más difusa, en donde nos va quedando clara la necesidad de asumir un compromiso consciente de cuidar el entorno que nos rodea, su gente, sus fuentes de riqueza, para que cubramos las necesidades de hoy, sin destruir las opciones del mañana.
¿Cómo cubrimos nuestras necesidades de hoy sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones?
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: La sostenibilidad en el sector agroindustrial peruano
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