Un evento de trascendencia global cuya organización empezó hace cuatros años y medio, y que actualmente, a poco más de un mes de su inicio, está a cargo de un equipo de 150 mil personas. Definitivamente, no es difícil imaginarse los enormes desafíos logísticos, económicos y hasta políticos, que un proyecto de tales dimensiones debe tener que enfrentar para hacerse realidad.
Y la pregunta que surge y que nos convoca a todos los que hacemos responsabilidad social es: ¿Cómo incorporar la Sostenibilidad en un contexto como éste?
Hace unas semanas la Jefa de Sostenibilidad, Accesibilidad y Legado para las Olimpiadas de Rio 2016, Tania Braga, estuvo en la Conferencia Sustanaible Brands 2016 en San Diego, EE.UU., donde explicó los puntos centrales de su enfoque de sostenibilidad para los juegos, que resultan especialmente interesantes con miras a la organización de los Juegos Panamericanos de Lima en 2019:
Ser honestos: lo primero es reconocer que por su naturaleza misma, no existe un evento que sea realmente sostenible. Se confeccionan, compran y alquilan activos, se convocan a millones de personas, se generan miles de viajes en avión para un periodo muy corto, y al final se tiene que desinstalar todo en el menor tiempo posible. En el caso de Rio se utilizaran alrededor de 13 millones de objetos. Definitivamente un uso no sostenible de los recursos.
Una oportunidad para generar un cambio: siendo conscientes de esto último, el gran reto ha sido cómo convertir el evento deportivo más grande del orbe en una oportunidad para influir y generar un Cambio en los distintos stakeholders- proveedores, socios, auspiciadores, y deportistas-, liderando iniciativas social y ambientalmente responsables.
Generar alianzas y trabajar en equipo: para influir y generar el cambio deseado ha sido indispensable generar alianzas con estos actores, principalmente con los proveedores con el fin de tener una cadena de suministro más sostenible. Un ejemplo: durante los 16 días de competencia se servirán 14 millones de comidas, por lo que se ha educado y comprometido a los servicios de catering para que monitoreen que cada porción de carne que sirvan no provengan de la deforestación, un problema ambiental muy serio en Brasil, y también en Perú.
Aprender de los errores para dejar un legado: organizar un evento de tal complejidad implica necesariamente cometer algunos errores. El enfoque de Río 2016 ha sido convertir este riesgo en una oportunidad para dejar un legado. El caso más representativo es el conflicto que se creó con grupos ecologistas que se opusieron fuertemente a la construcción del campo de golf en la zona de Marapendi, una reserva natural protegida en Río de Janeiro. Al final se pudo llegar a un acuerdo y se han creado 44 nuevas hectáreas de vegetación natural en la reserva.
Crear un compromiso con la Sostenibilidad: nuevamente, los organizadores de Rio 2016 lo conciben como una oportunidad para influir en los diferentes actores sociales, poniendo en la agenda pública diversas problemáticas ambientales de la ciudad y el país. Un ejemplo es el caso de la Bahía de Guanabara, lugar emblemático de Rio que sin embargo está gravemente contaminado por aguas residuales y desperdicios, y que es un tema del que se había hablado muy poco a nivel local, pese a que la falta de servicios de saneamiento es una realidad en muchas ciudades de Brasil. Los juegos han logrado llamar la atención sobre el problema de Guanabara ya que ahí se realizaran las competencias de vela.
Sin duda se trata de aspectos importantes que podrían ser recogidos en la organización de los Juegos Panamericanos de Lima 2019, pero principalmente un incentivo para convertir el certamen en una ocasión para reflexionar sobre las diversas problemáticas que aquejan a la ciudad- por ejemplo el transporte público- y empezar a diseñar soluciones creativas, eficientes y sobre todo sostenibles.