La empresa Odebrecht, utilizando un esquema de corrupción mediante empresas off shore habría pagado coimas a los sucesivos gobiernos o a sus campañas electorales, a fi n de asegurarse luego la entrega de grandes y millonarias obras de infraestructura, que también han replicado de Brasil, donde está la matriz de esta empresa, al Salvador, Venezuela, etc. El tema de la corrupción estatal no es lo único que observamos, la participación del sector privado empresarial en actos de corrupción también se hace evidente, tanto en el Perú como en otras partes del mundo (caso FIFA, Volkswagen, etc.).
Mencionaba líneas arriba que más que escuchar y debatir propuestas, es lamentable observar cómo los candidatos sacan a relucir hechos que van contra la ética, por ejemplo el caso Ecoteva, en el que está involucrado A. Toledo, o Alan García, al parecer el candidato que más casos tiene, arrastrando los de su primer gobierno, en el segundo y más reciente; investigaciones emblemáticas como Petroaudios, Narco indultos, Agua para Todos, etc. y sin buscar la reelección el presidente Ollanta Humala, ha involucrado a su partido por la investigación de las agendas de su esposa Nadine Heredia, en el que se tendría un caso de lavado de activos, entre otros.
Adela Cortina, en su obra Ética de la Empresa (1996), señala que no existe ética cívica si no hay una ética empresarial y viceversa, es decir el tema de la corrupción público-privada y su relación con la Responsabilidad Social es clave si es que queremos lograr el desarrollo sostenible de nuestro país. Por lo que es de necesidad nacional un trabajo conjunto entre Estado y empresa para luchar contra este fl agelo que niega la posibilidad de un proceso de desarrollo sostenible. El Pacto Global, del cual son signatarios un número importante de empresas peruanas, es un instrumento estratégico y fundamental en esta lucha contra la corrupción. Ambos actores deberán buscar puntos de encuentro para una acción conjunta.
De la revisión de las propuestas electorales relacionadas con el desarrollo sostenible, muy poco se puede rescatar. No existe una visión clara y defi nida de un país en el largo plazo que busque el tan ansiado desarrollo y menos que sea sostenible. Se detecta aspectos aislados, retazos de intentos pero muy vagos y en medio de un modelo de desarrollo que no privilegia el medio ambiente, salvo uno de los llamados partidos chicos, con pocas posibilidades de llegar al poder. El próximo gobierno se encuentra con un escenario dominado por una gran informalidad de la economía, por una serie de trámites y regulaciones inefi cientes, que alientan la corrupción y niegan la posibilidad de avanzar hacia la formalidad.
Ausencia de una estrategia nacional clara en relación con el tema de Responsabilidad Social en el marco del Plan Bicentenario; cientos de confl ictos, entre ellos los más numerosos los medioambientales, que obligan al próximo mandatario y Congreso, plantear una regulación laboral y ambiental más equilibrada, así como el respeto de la Ley de Consulta Previa y el poder aprovechar las variadas iniciativas para regular las emisiones y desechos producidos por las empresas, planteados en la COP 20, de la que fuimos sede.
Definitivamente el próximo gobierno deberá liderar un diálogo con los diferentes actores (empresa, ONG, Academia, etc.) que busquen una agenda concertada tendientes a promover el Desarrollo Sostenible, en donde la Responsabilidad Social juegue un rol fundamental como enfoque y herramienta que lo posibilite. Tengo esperanzas que así será.