Ante el hambre de sus hijos, las mujeres en el Perú han respondido con un espíritu enfocado en mantener la vida y la salud frente a la adversidad. La pandemia acentúo las desigualdades e incrementó el número de Ollas Comunes en todo el país que se armaron para cocinar en grupo y alimentar a niños, niñas, adultos mayores y personas con discapacidad imposibilitados de trabajar. La proyección oficial es que serían 250 mil personas las que diariamente son atendidas.
Este tejido humano que surgió por la voluntad firme de madres de familia, se constituyó en una red de protección comunitaria que vela por la salud. La Ley N°31458 las reconoce como organizaciones sociales de base, pero son la proyección de la vida que se abre paso ante el caos. Son mujeres resilientes que se sobreponen a las limitaciones de la pobreza y pobreza extrema en la que viven. Dejaron atrás sus historias de dolor y las cambiaron por el día a día que las conmina a preparar el desayuno y el almuerzo para personas que sólo pueden acceder a ese plato de comida. Cobran 1.50 ó 2 soles (0.50 dólares), en algunos casos, quienes no pueden pagar, no lo hacen. Un tema sensible aún por explorar, es el abandono de los adultos mayores pobres; hijos que se fueron o personas solas que no lograron crear una familia. Estas brechas en la atención del Estado se visibillizaron más en la pandemia.
Estas mujeres asumieron lo que el Estado y algunas familias olvidaron. Son mujeres que habitan los cerros, los arenales o viven en comunidades alejadas de la ayuda del Estado. Ellas se asocian para cocinar con leña y acarrear agua de pozos o camiones cisternas que llegan una vez por semana con el único fin de dar de comer a hijos, padres y abuelos. Durante la pandemia hacían turnos para recorrer mercados y bodegas solicitando la donación de alimentos. A pesar de la crisis, nunca dejaron de preparar sopas y menestras. La generosidad se manifestaba sin falta: arroz, fideos, verduras, frutas, menudencias de pollo, cabezas de pescado y patitas de pollo, son sólo algunos ejemplos.
Para apoyarlas, el Estado peruano emitió el Decreto de Urgencia N°017-2022 aprobando una transferencia presupuestaria extraordinarias por 96.8 millones de soles (alrededor de 26 millones de dólares) para las ollas registradas. No obstante, en la lista oficial sólo figuraban 1,824. Entonces, se solicitó a los gobiernos locales que cumplieran con las inscripciones correspondiente ante el MIDIS. Así llegó diciembre del 2022 y ahora todavía existe un vacío en la atención.
Las Ollas Comunes son una red social en crecimiento que requiere oportunidades para mejorar la calidad del manejo de los alimentos que preparan organizando equitativamente los nutrientes, vigilando las normas sanitarias y adecuándose a los recursos con los que cuentan. Pueden alimentarse mejor si aprenden a balancear el uso de las verduras, frutas, menestras y proteínas. Algunas Ollas Comunes han desarrollado pequeños biohuertos reutilizando el agua que usan en la preparación de los alimentos de la cocina. Con la cosecha de los biohuertos, complementan la cocina diaria, con espinaca, lechuga, rabanitos, cebolla china y tomate, entre otras verduras.
La tarea pendiente para la inclusión de las mujeres que operan las Ollas Comunes implica que el Estado promueva su emprendimiento y brinde capacitación y oportunidades para que generen negocios sociales que les permitan mejorar su calidad de vida. Extender el “expertise” que tienen en la preparación de alimentos para desarrollar sus propias marcas personales o comunitarias y convertirse en proveedoras de empresas o del mismo Estado vendiendo lo que mejor saben hacer: comida peruana. Esta tarea es un reto de responsabilidad social también para las empresas que decidan dar el salto y ayudar.
¿Qué pasaría si las empresas medianas peruanas adoptaran una Olla Común? ¿Qué pasaría si los colegios privados con ingresos medios adoptaran una Olla Común? El Estado no es el único que puede generar desarrollo sostenible e inclusivo. El bien común es la búsqueda del servicio hacia todos. Desde ODS Institut apoyamos las Ollas Comunes y contribuimos -desde nuestra esquina periodística-, extendiendo información que ayude a posicionar, ante la opinión pública, este y otros temas de desarrollo humano. Seguiremos en esa vía.
Esta tribuna forma parte del Dosier Corresponsables “El rol de la mujer en el desarrollo sostenible: Retos y oportunidades”