El Herpes Zóster, causado por la reactivación del virus varicela-zóster, es una enfermedad que afecta desproporcionadamente a los adultos mayores de 50 años. Con más del 95% de este grupo portador del virus, su reactivación puede ocasionar complicaciones graves como encefalitis, accidentes cerebrovasculares e infartos de miocardio, además de un dolor neuropático que deteriora la calidad de vida de los pacientes. Su prevención no solo es un tema de salud pública, sino un aspecto clave para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
“El herpes zóster es más común de lo que pensamos y tiene un impacto silencioso pero profundo en el bienestar de las personas. Las lesiones y el dolor neuropático no solo interfieren en las actividades diarias, sino que también limitan la participación social y económica de los afectados, especialmente en comunidades vulnerables”, explicó el Dr. David Iglesias, especialista en enfermedades infecciosas y Medical Head de Vacunas Adulto en GSK para Chile, Ecuador y Perú.
La relación entre esta enfermedad y los ODS es clara. El ODS 3 (Salud y Bienestar) busca garantizar una vida saludable para todos, mientras que el ODS 10 (Reducción de las Desigualdades) subraya la importancia de brindar acceso equitativo a servicios de salud preventivos, como la vacunación. Según el Dr. Iglesias, la vacunación contra el herpes zóster es una herramienta esencial para prevenir no solo la enfermedad, sino también su impacto económico y social.
“La vacunación permite a los sistemas de salud actuar de manera preventiva, evitando complicaciones que generan altos costos médicos y reduciendo la carga sobre familias y comunidades. Esto está alineado con el enfoque sostenible de priorizar acciones preventivas que beneficien a todos, especialmente a los grupos más vulnerables, como los adultos mayores y aquellos con sistemas inmunológicos comprometidos”, añadió Iglesias.
El impacto del herpes zóster en un enfoque sistémico
El dolor neuropático que caracteriza al herpes zóster afecta no solo la salud física, sino también la salud mental y el bienestar general, lo que conecta con el ODS 8 (Trabajo Decente y Crecimiento Económico). Las personas afectadas por la enfermedad enfrentan limitaciones para trabajar y participar activamente en la economía, especialmente en sectores informales donde los adultos mayores suelen desempeñar un papel clave.
Por otro lado, el acceso a la vacunación también se relaciona con el ODS 9 (Industria, Innovación e Infraestructura), al promover avances tecnológicos en la fabricación de vacunas y el desarrollo de sistemas de salud resilientes. Además, el ODS 12 (Producción y Consumo Responsables) resalta la importancia de garantizar que los programas de vacunación sean sostenibles en términos de distribución y acceso, minimizando la desigualdad en las comunidades.
En este entorno, la prevención del herpes zóster no solo trata de proteger la salud individual, sino de construir comunidades más resilientes, productivas y sostenibles. “Promover la vacunación masiva contra el herpes zóster no es solo una cuestión de bienestar personal, sino de bienestar colectivo. La salud de nuestros adultos mayores es una inversión en el desarrollo sostenible de nuestras sociedades”, concluyó el Dr. Iglesias.
Es vital que las políticas de salud pública prioricen acciones como la vacunación para cumplir con los ODS y poder cumplir con la agenda 2030, garantizar el derecho a la salud y fortalecer los sistemas de salud de manera sostenible, en beneficio de las generaciones actuales y futuras.
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