El analfabetismo es uno de los grandes desafíos que aún afrontan muchas naciones alrededor del mundo, a pesar del rápido avance de la globalización y la expansión de las nuevas tecnologías. En América Latina existen aproximadamente 32 millones de personas iletradas, de las cuales el 4% (1,3 millones según el INEI) se ubican principalmente en las zonas rurales de Perú.
Actualmente, son más de 763 millones de personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir a nivel global. En este panorama, en el ranking mundial de países con mayor tasa de alfabetización, el Perú ocupa el puesto 80. Sin embargo, la realidad difiere de la data oficial, al 1.3 millones de peruanos que no saben leer ni escribir, debemos sumarle los más de 5 millones de jóvenes y adultos que no culminaron la primaria. El concepto de alfabetización como refiere la UNESCO requiere de un conjunto más amplio de competencias, como las digitales, la educación para el desarrollo sostenible y la ciudadanía mundial, así como competencias específicas para el trabajo.
“Factores como la desigualdad social, el machismo, el desconocimiento de los contextos rurales, la estandarización de propuestas educativas en un país megadiverso han contribuido a la persistencia del analfabetismo en el Perú. Si bien el gobierno, el sector privado y organizaciones de la sociedad civil han implementado programas y políticas destinados a abordar este problema, es evidente que se requiere un un abordaje diferente a lo que se ha intentado en los últimos años con relativo éxito. Es necesario implementar soluciones que se adapten verdaderamente a la realidad de los adultos para lograr un cambio significativo”, comentó Ruth Anastacio, gerente de Operaciones de la Fundación Dispurse.
A través de su aplicativo FOCUS, la Fundación Dispurse brinda la oportunidad de desarrollar una alfabetización básica funcional, digital y crítica. Su tecnología permite que las personas en condición de analfabetismo puedan educarse por sí mismas, ya que estudian en los lugares y momentos que se adaptan a su contexto y ritmo de vida. Con esta herramienta, se ha logrado trabajar en zonas rurales, de difícil acceso o conectividad, y desarrollar diferentes ‘experiencias de aprendizaje’ para que los estudiantes enfrenten desafíos propios de su realidad.
“La erradicación del analfabetismo es un objetivo ambicioso, pero viable si enfocamos nuestras estrategias y visión a largo plazo en las oportunidades que brinda la tecnología, si la dotamos de un enfoque real para el trabajo con jóvenes y adultos se puede desarrollar soluciones eficientes y más oportunidades para los peruanos y peruanas que no han accedido a la educación”, agregó Anastacio.
En ese sentido, se viene trabajando en una campaña para la donación de tablets de segundo uso dirigida a la población en general que fortalezca el trabajo de alfabetización que viene realizando la fundación Dispurse con sus aliados Pensión 65, Fe y Alegría y el Ministerio de Educación en diversas regiones del país.
Accede a más información responsable en nuestra biblioteca digital de publicaciones Corresponsables.