América Latina y el Caribe es la única región del mundo en la que la inseguridad alimentaria se ha reducido en 2023, alcanzando al fin niveles previos a la pandemia de la COVID-19. Sin embargo, en el Perú más de 16 millones de personas padecen hambre crónica y carencias nutricionales, advierte la organización humanitaria Acción contra el Hambre. A pesar de los datos regionales alentadores, un gran número de personas en grupos de vulnerables siguen en riesgo. Así lo revela una publicación de la ONG que, con datos propios, muestra que la ayuda humanitaria debe continuar para reducir el hambre en países como el Perú.
“Debemos celebrar que la inseguridad alimentaria en la región ha bajado a niveles previos a la pandemia. Sin embargo, esta buena noticia no puede distraernos de nuestro objetivo: acabar con el hambre”, señaló Benedetta Lettera, coordinadora de Operaciones para América Latina y Filipinas de Acción contra el Hambre. En 2023, 181 millones de personas en América Latina y el Caribe han experimentado inseguridad alimentaria (moderada o severa), lo que subraya la necesidad urgente de continuar los esfuerzos para erradicar el hambre.
Perú entre los países con más inseguridad alimentaria
Más de 16 millones de personas padecen hambre crónica y carencias nutricionales en el país andino. Según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO 2023), entre 2019 y 2022, el porcentaje de hogares con ingresos reducidos aumentó significativamente, lo que provocó una disminución en el consumo de alimentos en el 6,3% de la población. La situación es particularmente grave en áreas rurales e indígenas, donde el hambre sigue siendo una realidad cotidiana.
Para hacer frente a este problema, Acción contra el Hambre apoya a familias como la de Yasumi, de 8 años, que vive con su familia en una comunidad rural indígena de Ayacucho. Gracias al apoyo de la organización, la madre de Yasumi ha podido crear un biohuerto en su hogar que les proporciona verduras frescas y de calidad, como lechugas, tomates o zapallos. Gracias al biohuerto, la familia ha mejorado y diversificado su dieta.
“Estoy muy contenta con mi vida aquí, en mi casita, con mis hermanas y mi escuela”, explica Yasumi. Su historia refleja cómo el acceso a tecnologías ancestrales y capacitaciones puede transformar vidas y fortalecer la seguridad alimentaria en comunidades vulnerables.
Centroamérica: el impacto de la crisis climática en el hambre
En Centroamérica, la inseguridad alimentaria se ha agravado en aquellas comunidades donde ha habido una sequía prolongada y los efectos del fenómeno de El Niño, que han reducido las reservas de granos de pequeños agricultores e incrementado los precios. El Corredor Seco Centroamericano, que abarca Guatemala, Honduras y Nicaragua, enfrenta una situación crítica. Según la Clasificación Integrada por Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC por sus siglas en inglés), se estima que entre 2 y 2,5 millones de personas en Guatemala y 1,9 millones en Honduras estarán en situación de inseguridad alimentaria severa durante los meses de junio a septiembre de 2024.
Los datos del Sistema de Monitoreo y Predicción de la Seguridad Alimentaria (PREDISAN) de Acción contra el Hambre muestran que 7 millones de personas en Centroamérica tienen un consumo no aceptable de alimentos. Además, 25 millones de personas, más de la mitad de la población de los cuatro países analizados, están implementando estrategias de afrontamiento, como recurrir a alimentos menos preferidos o reducir el tamaño de las porciones, para asegurar el consumo mínimo de alimentos.
Colombia: conflicto armado y exclusión agravan la inseguridad alimentaria
En Colombia, el 28,4% de la población experimentó inseguridad alimentaria moderada o grave en 2023, según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística. Los departamentos de La Guajira, Sucre y Vichada presentan los mayores índices de inseguridad alimentaria, exacerbados por el conflicto armado, eventos climáticos extremos y la desigualdad económica. Más de 80.000 personas resultaron afectadas por emergencias humanitarias relacionadas con el conflicto armado el año pasado. El conflicto impacta la seguridad alimentaria de muchas formas, desde el despojo de tierras y bienes productivos por parte de grupos armados no estatales hasta la pérdida de acceso a los cultivos por los desplazamientos forzosos.
La población migrante y refugiada también enfrenta serios desafíos en su seguridad alimentaria. La pérdida de capacidad adquisitiva y el acceso limitado a fuentes de ingresos económicos y servicios básicos son factores que agravan su situación. A través del programa ADN Dignidad, Acción contra el Hambre ha logrado reducir la implementación de estrategias de afrontamiento y ha disminuido el endeudamiento familiar y la venta de pertenencias en esta población.
Compromiso continuo con América Latina
Acción contra el Hambre subraya la importancia de abordar todas las dimensiones de la seguridad alimentaria y de buscar soluciones que sean integrales y enfocadas en asegurar condiciones de vida dignas, fomentando sistemas alimentarios inclusivos y resilientes. La organización reitera su compromiso de continuar con la ayuda humanitaria, sin la cual millones seguirán en riesgo de pasar hambre. “Estos avances son solo el comienzo, y no debemos detenernos hasta que el hambre sea un problema del pasado”, concluyó Lettera.
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