Una de estas realidades es la discapacidad. Ésta es un factor que en muchas ocasiones aumenta la pobreza y en otras la genera. ¿Cómo enfrentarnos a esta realidad que abarca alrededor del 10% de la población? Es así que pensar en incluir cada vez más a la población con discapacidad resulta un gran reto y a la vez un compromiso de todos.
En el mundo laboral y empresarial, también es posible tener esta perspectiva. Se trata de una oportunidad para todos de generar una dinámica de integración social, en donde empecemos a ver en las personas capacidades diferentes y posibilidades de ser parte del sector productivo del país.
Brindar oportunidades a las personas con discapacidad para trabajar es una estrategia que está directamente relacionada con la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible. Esta dinámica permitirá que también sus familias puedan salir a buscar oportunidades laborales y mejorar la calidad de vida de todos sus miembros.
Uno de los problemas frente a ello es que socialmente no tenemos el conocimiento suficiente de lo que las personas con discapacidad son capaces de hacer. Tampoco se suele tener conciencia del muy buen impacto que se tiene, sobre todo el personal de una empresa, cuando se practica esta inclusión. Existe el reto de cambiar un rasgo cultural que no los incluye. La discapacidad no es un tema de salud, sino un asunto social sobre todo. Las barreras las pone la sociedad y no sólo la discapacidad en sí misma. Cuando se piensa de manera inclusiva, muchas cosas se vuelven necesarias. Más aún cuando estamos hablando de la calidad de vida y dignidad de una significativa parte de la población y sus familias.
La inclusión laboral de personas con discapacidad es un proceso que debe ser llevado de manera correcta y con la participación de todos los actores involucrados. Si bien ha aumentado el número de personas con discapacidad trabajando en los últimos años, estamos ante el riesgo de que con la nueva ley y la coyuntura del desconocimiento en muchos casos, se generen oportunidades forzadas que no den resultados en el Perú.
Debemos generar con esta oportunidad círculos virtuosos de desarrollo y no círculos viciosos de exclusión. En este sentido, la inclusión laboral no debe estar centrada sólo en los intereses de la empresa o sólo en querer cumplir y cubrir una cuota mínima, sino en la persona con discapacidad y en la temática de fondo, que es la oportunidad de cambiar paradigmas y generar dinámicas de desarrollo social en el país de manera activa. Las personas con discapacidad pueden trabajar y aportar mucho más de lo que se cree. No se trata de hacerles un favor, sino de darles igualdad de oportunidades.
Esto nos lleva a entender la necesidad de que tanto las familias, las empresas y la sociedad tengan el conocimiento adecuado para poder eliminar las barreras que muchas veces se interponen en el camino de inclusión que las personas con discapacidad buscan. Es cuestión de tener una aproximación inclusiva de manera transversal a todo. Así pensaremos en la accesibilidad, en la educación, en el trabajo, en la salud y en la convivencia de manera más integral, contando con la participación de toda la población, sobre todo de la más vulnerable. Es así como nos podremos entender como un país más maduro, en la medida en cada vez más todos los ciudadanos sean capaces de poner en práctica sus derechos.